“Te celo porque te quiero”. “Te ves ridícula”. “Perdóname, no quise empujarte, perdí el control”. “ Tu tono de voz me molesta”. 

Estas palabras Carmen las oyó por muchos años. Pensaba que su esposo Miguel, con el que llevaba siete años de casada jamás se pasaría de la raya. Poco a poco la conducta de él fue empeorando, comenzó con comentarios que la hacían sentirse triste y en ocasiones hasta llorar. La fue separando de sus amigos y familiares pero entre mil justificaciones, la perfecta para los oídos de Carmen era “quiero que compartamos y disfrutemos tú y yo”. Una noche, con el propósito de subsanar un día de insultos y malos tratos la bebida agravó la situación y la empujó en la cama. Carmen sabía que lo que vivía no estaba bien pero “el amor” y una autoestima trastocada por los insultos la hacían justificar y perdonar lo imperdonable. Así fueron pasando los años y se sumaron algunos golpes. Una mente débil y una autoestima emancillada por el maltrato siempre encontraba una razón para perdonar. El amor de los hijos y el sobre aviso de amistades sobre la posibilidad de que todo terminara en una desgracia no fueron suficientes para poner un alto a Miguel. Un día la vida de Carmen llegó a su fin cuando Miguel con la excusa de dialogar y arreglar las cosas la mató y luego se privó de la vida. Sus hijos quedaron al amparo de sus abuelos con la marca eterna que deja el maltrato.

Son veintitrés las mujeres víctimas de violencia doméstica que han perdido sus vidas en lo que va de año según las estadísticas. La violencia doméstica es un problema de salud pública que deja marcas a largo plazo no solo para la víctima sino también para toda la familia.

Es un patrón de comportamiento que donde se utiliza la fuerza física, las amenazas, la intimidación y/o el abuso emocional para controlar a la pareja.

Como es de conocimiento general la violencia doméstica no necesariamente se manifiesta con golpes, las palabras, las amenazas, el obligar a tener sexo sin mutuo acuerdo son de igual manera actos violentos hacia la persona.

Mucho se habla de este tema pero no parece ser suficiente para erradicar este mal social que aqueja miles de hogares en nuestra isla. Son muchas las mujeres que se mantienen silentes ante una vida de maltratos y humillaciones.

¿Por qué se mantienen en una relación violenta?

• Falta de recursos económicos para poder emprender una vida solas. 

• No querer separar a sus hijos de su padre.

• Baja autoestima creada por las humillaciones del agresor, sentimientos de des validez.

• Cogniciones erróneas. Pensar que toda pareja tiene problemas.

• Esperanza de que todo cambie.

• Miedo a que el agresor la mate por haberlo dejado.

• Convicciones religiosas

• Presión familiar

• Entre otras razones

La violencia doméstica a menudo se desarrolla en ciclos donde primero se da una acumulación de tensión. En esta etapa generalmente se dan conflictos menores pero consistentes, miedo a lo que el agresor pueda hacer, intentos infructuosos de la victima de agradar al maltratante, maltrato psicológico y físico y la esperanza de que el comportamiento agresivo cese.

La segunda etapa de este ciclo lo es la agresión, llegan los golpes, insultos, violación, humillaciones. Pueden estos actos de violencia ser desencadenados por cualquier situación no importa grande o pequeña. Es esta etapa algunas mujeres buscan ayuda pero no necesariamente salen del patrón violencia, otras logran salir.

Por último, la reconciliación, el agresor pide perdón y la mujer busca razones para perdonar. Muchas mujeres mueren en esta “reconciliación”.

La violencia de género no tiene estrata social, no tiene cara, puede estar pasándote a ti o a tu hija en su noviazgo. Debes tener siempre presente que el amor NO DUELE, que quien te ama no te hace daño y que por amor debes salir de una relación enferma. Por amor propio, por amor a nuestros hijos y familia debes salir sin pensarlo ni mirar atrás. Si no puedes sola, busca ayuda.

Como sociedad no debemos juzgar a las que viven este calvario y no encuentran salida. Nuestro rol debe ser apoyar y dirigir a las víctimas a buscar ayuda.

La violencia doméstica no solo es un mal hacia la mujer, son muchos los hombres que también lo viven en silencio por temor a la burla y a la falta de credibilidad.

Las relaciones deben mantenerse por las razones correctas, por el amor, el compromiso, la lealtad y el respeto, si una de estas falta en tu relación no vale la pena seguir.

Puedes buscar ayuda en la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (787)7222977. Ellos canalizaran la ayuda que necesitas para ti y para tus hijos. No debes tener miedo por salir, ten miedo a permanecer, puede costarte la vida.

Si quieres una cita con la Dra. Ingrid C. Marin Espiet, Psicóloga Clínica, puedes comunicar al (787)222-4999 o via emal: imarinespiet@gmail.com