Cuando Michael tenía alrededor de 7 años sus padres comenzaron a recibir quejas constantes de sus maestros. Mencionaban que era inquieto, molestaba a sus compañeros y no hacía las tareas que se deban en la sala de clases.

Mamá y papá pensaban que Michael era algo travieso, pero más bien, las maestras no tenían control de grupo.

Se preguntaban cómo un niño de tan solo siete años podría descontrolar al salón. Por tal razón, decidieron cambiarlo de escuela.

Ya en segundo grado, el menor se comportaba de igual forma, por lo que la escuela solicitó una evaluación por parte de un profesional. Era el requisito para no expulsarlo del colegio.

Los padres acudieron a un psicólogo quien, luego de entrevistas, pruebas y observaciones clínicas, les indicó que el menor tenía Déficit de Atención con hiperactividad y trastorno negativista desafiante. El niño fue referido a un psiquiatra para tratamiento. Se recomendó además terapia para modificar conducta, entre otras.

Mamá y papá se negaron rotundamente a la medicación, pese a las explicaciones del doctor.

Michael cada día era un poco más “fuerte”. A los diez años quemó un pastizal cercano a su casa y explotó las gomas del auto de la vecina. A los 11 años su mamá lo vio pateando fuertemente a su mascota y ya se había involucrado en peleas en la escuela.

La psicoterapia era ocasional, más bien cuando las cosas eran demasiado difíciles de controlar. Ellos trataban de imponer disciplina, eliminaban privilegios, pero al menor parecía no hacerle ningún efecto.

A los 13 años fue ingresado por primera vez en un hospital psiquiátrico de niños y adolescentes. Había amenazado a su papá con un cuchillo y verbalizó que luego se mataría. Entre terapias esporádicas, uso y abuso de medicamentos pasó la juventud de este joven.

A los 18 años, porque un joven le dijo algo a su novia, lo acuchilló. Hoy está preso y sus padres sufren el no tenerlo cerca y verlo en la cárcel.

Tan recientemente como la semana pasada, Puerto Rico quedó consternado cuando se supo la noticia de un joven de tan solo trece años que mató a su madre y a su hermano.

¿Qué pasa por la mente de Michael y de este joven?

Ambos tienen lo que se conoce según el Manual de Diagnóstico y Tratamiento (DSM-V, 2014) como Trastorno de Conducta.

El Trastorno de Conducta se presenta mediante un control repetitivo y persistente de comportamiento en los que se dan los siguientes patrones de conducta por un periodo de doce meses o más. Estos son;

Los jóvenes con este diagnóstico presentan:

-episodios de agresión a personas o animales.

-Destrucción de la propiedad

-Engaños, robos

-Incumplimiento grave de las normas

La mayoría de los individuos con trastorno de conducta presentan la característica de que sus emociones psicosociales son limitadas, o sea, no se observa remordimiento por sus actos. Se muestran insensibles y faltos de emociones. El DSM-V reporta que otras características de personalidad lo son la búsqueda de emociones, la audacia y la insensibilidad al castigo.

Como padres no debemos estar enajenados y pensar que nuestros hijos son víctimas del sistema o de otros. Debemos estar conscientes de que pueden tener algo para lo que necesitan ayuda. La estructura y la consistencia es de suma importancia a la vez el tratamiento por parte de profesionales de la conducta.

Podemos construir seres de bien, pero también podemos fomentar por la inacción o por la negación el que nuestros hijos se conviertan en personas antisociales.

Modelemos conductas correctas y busquemos ayuda.

Debemos criar a nuestros hijos no para amarlos nosotros, eso está dado, los debemos criar para que los quieran los demás.