Así es la madre boricua

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Amorosa, comprometida, protectora... Cuando analizamos el comportamiento típico de la madre que compone nuestra sociedad puertorriqueña, nos damos cuenta de que una sola palabra no basta para describirla.
El Día de las Madres se acerca y, además de tomar tiempo para reflexionar sobre cuán agradecidos debemos estar por su presencia en nuestras vidas, resulta interesante observar cómo ha cambiado su perfil con el pasar de los años. ¿Qué semejanzas y diferencias guarda con la madre de principios del siglo pasado? ¿Qué rasgos comparte con otras culturas?
La antropóloga Dyalma González Acabá menciona que, en términos generales, en la madre puertorriqueña se observa a una mujer “abnegada, luchadora y sacrificada”, y para la que sus “hijos son primero”. Claro que siempre “hay sus excepciones, ya que hay mujeres que ponen al compañero, su profesión, o su vida personal primero, pero esto no es común”.
La también directora del Programa de Arte, Filosofía y Ciencias Sociales del Decanato de Estudios Humanísticos de la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano, menciona que en las generaciones jóvenes “se están observando cambios en el antiguo paradigma de sumisión hombre-mujer”. Se ve una relación “más igualitaria en el rol de la crianza de los hijos, con una participación mayor del hombre en los procesos de crianza”.
Al comparar a la madre de hace décadas, con la actual, la catedrática universitaria indica que se puede observar en ese entonces una maternidad como vocación, versus la libertad de elegir ser madre como opción, que es lo que transcurre en la actualidad; “la visión doméstica, circunscrita al hogar, versus la mujer trabajadora y profesional”; y la dependencia económica del marido, versus una independencia económica y libertad de criterios, en la actualidad.
La antropóloga también resalta que no podemos pasar por alto que, dados los cambios actuales, “tenemos padres solteros criando a sus hijos solos; padres casados que se quedan en la casa atendiendo los niños y el hogar, padres contribuyendo al proceso de crianza”. Sin embargo, en términos generales “el rol de madre recae en la mujer, y a veces la presión es inmensa, especialmente si es madre soltera y trabajadora”. A pesar de ello, “no sabemos cómo, pero de la nada ésta despliega alas para volar”, aun cuando viva “en un mundo de desventajas y, en ocasiones, de abuso social, guiada por su amor maternal”.
Su influencia cultural
Por su parte, el sociólogo urbano Manuel Torres Márquez observa que la madre en nuestra cultura “exige, como es natural, y reclama a su compañero que asuma el espacio que le toca en su crianza”. También, es una “profesional eficiente y creativa; es una mujer competitiva, muy informada sobre lo que ocurre” a su alrededor”.
A su vez, el también coordinador del Centro Agenda Puertorriqueña para la Calidad de Vida del mismo recinto universitario hace referencia a varias influencias culturales en la formación de la madre boricua que conocemos hoy día. Tanto la raíz afrocaribeña, la hispana y la norteamericana “matizan ese perfil”. En el caso de Estados Unidos, “tenemos la influencia de la madre profesional, de la madre educada, con formación” académica.
Torres Márquez ve en la madre de aquí una mujer que “tiene más posibilidades, como profesional, de documentarse para ejercer esa multiplicidad de tareas para las que el hombre no está preparado”. Incluso, considera que “eso tiene e ir en línea ascendente porque todavía el Puerto Rico del 2010 tiene características de un país desarrollado y de un país subdesarrollado en el cual impera todavía el machismo, y quien lleva el peso mayor en nuestra familia es la mujer”.
Del mismo modo, además de destacar los atributos de la madre puertorriqueña, el sociólogo es enfático en recordar que “la maternidad no es un requisito para que una mujer sea mujer completa; ser madre no hace más o menos a una mujer”.
Si bien en nuestros días se ha luchado por reconocer la igualdad de géneros, “todavía Puerto Rico tiene mucho que recorrer en ese camino; hay mucha violencia doméstica, hay mujeres en puestos de trabajo con un salario menor al del varón que tiene la misma posición”.
Para concluir, además de dar reconocimiento “a la cantidad de madres solteras que hay en este país”, el catedrático invita a cuestionarnos “qué sería de la sociedad puertorriqueña si no tuviéramos mujeres que son capaces de llevar el peso mayor en los hogares, y asumir un puesto laboral, también, con mucha responsabilidad”.
Prof. Manuel Torres Márquez: calidaddevidapr@yahoo.com
Profa. Dyalma González Acabá: 787-250-1912 Ext. 2383
¿Cómo es?
La antropóloga Dyalma González Acabá menciona ciertas características que, en términos generales, identifican a la madre puertorriqueña actual. A su vez, menciona creer que cada una “tiene todas y ninguna, depende de la perspectiva del análisis”.
1 Es sacrificada, más simpática y autoritaria que las madres de otras épocas.
2 En parte, es amiga de los hijos, quienes no sienten que la tienen que proteger, además de que le hacen confidencias personales.
3 No se ve a sí misma como víctima, aunque lo sea.
4 De tener que hacerlo, cumple el rol de padre y madre, y saca fortalezas internas.
5 Es positiva. Mira al mundo con esperanza, a pesar de los pesares.
6 Es fuerte. Sabe que debe luchar, y está dispuesta a hacerlo.
7 No es frágil (aunque sufra).
8 Sigue siendo dulce, pero firme en sus convicciones.
9 Es valiente, comprometida y audaz.
10 Lo sacrifica todo por sus hijos.
Diferencia generacional
El sociólogo Manuel Torres Márquez destaca que en Puerto Rico “el promedio de vida se prolonga cada vez más”, por lo que existen familias de tres y cuatro generaciones que comparten entre sí.
Primera y segunda generación (primera mitad del siglo XX)
Es una madre muy entregada en la crianza de sus hijos. Pero también, que reclama. Es decir, “te cuido y te protejo; me desvelo contigo, pero después me tienes que reciprocar eso”. Con esto se entendía que “hoy me sacrifico por ti, y mañana te sacrificas por mí”. Es la que aspira a vivir en casa de los hijos, fuera de un asilo.
Tercera generación (a partir de la década de los cincuentas del siglo XX)
Son dedicadas y responsables, pero comienzan a mostrar más interés en educarse para fortalecer su método de crianza, misión que facilitan los medios de comunicación actuales. Empiezan a manifestar interés por disfrutar sus vidas y su relación de pareja, y por ser cada vez más independientes con miras a no ser una carga económica ni emocional para los hijos.
Cuarta generación (a partir de 1975)
Tiene multiplicidad de deberes y compromisos, tanto en lo personal como en lo profesional. Esta tendencia ya se comienza a ver en la madre de generación anterior. Pero se ve con mayor énfasis en la madre joven, quien mira la responsabilidad materno-filial con dedicación, y a la vez, reclama espacio para ella, para tener calidad de vida, compartir con su compañero, y salir con sus amigas. También, exige participación del compañero en el rol de crianza. Se acerca más a una relación de amigos con sus hijos.