Barcelona.- El blanco recupera el protagonismo en los vestidos de novia tras varios años de dominio de los vainilla, marfil, beige y ocres, según las propuestas vistas desde el martes hasta hoy, viernes, en la pasarela Gaudí Novias. Las colecciones además  apuntaron  a un regreso de los trajes con  colas.

Los adornos de pedrería debajo del pecho, en el tirante o marcando la cintura son también una constante en gran parte de los diseñadores que  mostraron sus colecciones para el 2010, y muchas de las propuestas parecieron  más trajes de noche que vestidos de novia, aunque cada vez las diferencias son menores porque, al fin y al cabo, una boda es una fiesta. Además, la tendencia a dejar los hombros al descubierto con escotes strapless se  confirmó plenamente.

La firma  Pepe Botella  se decantó por una  colección fresca y ligera de color blanco natural, llena de faldas de gasa y  líneas vaporosas. Lo más aplaudido de la colección fueron los vestidos cortos, sencillamente deliciosos, un tipo de traje que se ve cada vez con más frecuencia en las pasarelas.

Lucía Botella explicó  que la demanda de vestidos cortos es escasa pero que, como cada vez hay más tipos de bodas distintas, aumentan las peticiones de vestidos especiales para ceremonias poco convencionales, como casarse en una carpa en la playa.

Fran Sarabia, en un desfile compartido con Francis Montesinos y Joaquín Verdú, creó para las novias vestidos con mangas largas que utilizó el plumetti.

Más clásico en las líneas fue Francis Montesinos, que escogió tejidos muy trabajados y muy ricos para las faldas, amplias, que conjuntó con cuerpos drapeados y grandes escotes, y no se olvidó de los chales y las mantillas.
JoaquÍn Verdú hizo de las cinturas, muy marcadas en dorado brillante y con incrustaciones de nácar en forma de flor, su sello de esta colección, en la que también triunfaron  los trajes con  colas.  De Rubén Perlotti, un argentino afincado en España, lo mejor fueron los peinados de las modelos muy al estilo de los años 60.

El blanco fue también una constante de Novia d'Art, marca que tiene detrás a la diseñadora María Teresa Raich, que subió a la pasarela varios trajes cortos con faldas vaporosas de tul ilusión, cinturas muy marcadas y vestidos con una sobrecapa de tul para matizar tejidos y líneas. También presentó vestidos blancos de fiesta con cuellos revestidos de cristales brillantes para un tipo de novia más sofisticada.

La gallega Patricia Avendaño, en la moda desde hace más de 20 años, empleó gazar, organza y muselinas para crear vestidos de novia algo recargados,  pero muy comerciales. Su colección de fiesta fue la única en utilizar plumas en faldas, cuellos y en variedad de detalles.

Por su parte, Raimón Bundó preparó una colección clásica utilizando el piqué de algodón  junto con el tul de seda y  colas en los vestidos  que dieron a las novias una aire de  gran elegancia y belleza.