La llegada del 2026 vuelve a poner en primer plano una de las costumbres más extendidas para la noche del 31 de diciembre: elegir el color de la vestimenta como forma de atraer determinadas energías para el año que comienza.

Entre todas las opciones, el blanco se consolida nuevamente como el tono predominante para despedir 2025, asociado a la paz, la pureza y la limpieza espiritual.

Usar blanco en la última noche del año simboliza la intención de dejar atrás experiencias negativas y dar inicio a un nuevo ciclo con claridad y equilibrio. La elección resulta especialmente significativa para quienes buscan resolver conflictos, promover la calma interior y favorecer un entorno armonioso en los meses siguientes.

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Orígenes culturales y significados del blanco en Año Nuevo

El uso del blanco para recibir el Año Nuevo tiene raíces culturales y religiosas profundas. En las tradiciones occidentales, este color se vincula con la renovación y los comienzos desde cero. Uno de sus antecedentes más reconocidos se encuentra en la celebración del Reveillon en Río de Janeiro, Brasil, donde multitudes se visten de blanco y realizan ofrendas en el mar como parte de rituales dedicados a Iemanjá, figura central de la religión umbanda.

Más allá de esta tradición puntual, el blanco se mantiene como un símbolo universal de orden y apertura a nuevas oportunidades, lo que explica su vigencia a lo largo del tiempo y su repetición en distintas culturas.

Los colores y sus energías para recibir el 2026

Además del blanco, otras tonalidades conservan significados específicos para el inicio del 2026. El dorado se asocia con la riqueza, la abundancia y la energía solar, mientras que el plateado remite a la innovación, la creatividad y los nuevos comienzos, vinculados a la influencia lunar.

El rojo representa la pasión, el impulso y la fuerza de voluntad, especialmente en el plano afectivo y de proyectos personales. El rosa se relaciona con el amor estable y la armonía emocional. El amarillo, conectado con el sol, la alegría y la claridad mental, históricamente simbolizaba “nuevos comienzos” y prosperidad.

En la misma línea, el verde se identifica con la naturaleza, el crecimiento y la sanación, y se asocia a la estabilidad y la abundancia. El azul transmite serenidad, confianza y equilibrio, mientras que el violeta remite a procesos de transformación espiritual. El naranja expresa entusiasmo y creatividad, y el negro se vincula con la fortaleza, la sofisticación y el cierre de etapas.

Para el inicio del 2026, la astróloga Jimena La Torre difundió sugerencias cromáticas específicas según cada signo zodiacal, con el objetivo de acompañar las intenciones personales con la energía del nuevo año:

  • Aries: blanco, para renovarse y comenzar una etapa desde cero.
  • Tauro: naranja, orientado a sostener deseos a largo plazo.
  • Géminis: lila, enfocado en el amor y la armonía. “Un blanco con un lila te va a dar la posibilidad de visualizar”, señaló La Torre.
  • Cáncer: turquesa, asociado a la protección y la comunicación. “Argentina es de Cáncer”, reveló la astróloga.
  • Leo: amarillo, vinculado al dinero, la economía y los logros.
  • Virgo: celeste, como símbolo de protección espiritual.
  • Libra: verde, identificado como el “color del dólar”, relacionado con la concreción, la esperanza y el liderazgo en 2026.
  • Escorpio: rojo, para potenciar la pasión y la energía protectora.
  • Sagitario: violeta, destinado a la transformación mental y la apertura de oportunidades.
  • Capricornio: fucsia, ligado a la majestuosidad y los nuevos comienzos.
  • Acuario: azul en tonos sobrios, oscuros o eléctricos, enfocado en la salud, la sanación y la protección energética.
  • Piscis: gris o plateado, para promover el orden, el equilibrio, la sobriedad y la planificación concreta.

De este modo, la elección del color para recibir el 2026 combina tradición, simbolismo y creencias astrológicas, manteniendo vigente un ritual que se renueva cada fin de año.