El nombre de la muñeca es Lammily, en honor a su diseñador, Nickolay Lamm, y la misma es el producto de una investigación independiente llevada a cabo por el propio Lamm, quien le preguntó al público: “¿Qué pasaría si las muñecas de moda fueran hechas con proporciones humanas estándar?”.  La respuesta fue que las muñecas serían hermosas y que se venderían muy bien.

Los diseños de Lamm fueron distribuidos en varios medios y, de inmediato, la gente quiso saber dónde podían comprar las Barbies “normales” para sus niños. El problema es que, en aquel momento, Lamm no contaba con los fondos suficientes para producirlas en masa.

Por décadas, psicólogos y sociólogos han argumentado acerca de cómo los juguetes influencian las percepciones de los pequeños en torno a la sociedad.  El que sus padres puedan proveerles muñecas que luzcan más como las mujeres promedio podría ayudar a que las niñas crecieran con una visión más saludable y positiva sobre sí mismas. Esto es crucial, principalmente hoy día, que se dan casos de niñas con padecimiento de anorexia y/o bulimia tan temprano como desde los 10 años.

La Barbie normal que Lamm propone anuncia a los cuatro vientos que “ser promedio es algo hermoso”. Sus medidas corporales están a tono con las medidas de una muchacha promedio de 19 años en Estados Unidos, tomando en cuenta las estadísticas del Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés.

Para poder producir la muñeca en masa, Lamm comenzó a recaudar fondos y en menos de 24 horas ya había superado sus expectativas, por lo que, a todas luces, parece que el proyecto se va a dar. Por supuesto, una de las metas del diseñador es crear muñecas adicionales para que su Lammily cuente con un grupo de amigas tan diverso como son todas las mujeres reales.