¿Existen caballeros todavía?
El concepto de caballerosidad surge en la Edad Media.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Tal vez tienes una abuelita a la que cada vez que visitas te cuenta la historia de cómo “la conquistó” el abuelo.
Sí, tienes que escuchar la historia por milésima vez y hacerte la más sorprendida. Respiras hondo… permaneces en silencio y prestas toda tu atención. ¿Quién cambia a la abuela a estas alturas del partido?
Ella te explica la estrategia de ese noble caballero que le robó el corazón. Le abría cada puerta por la que pasaba, le pidió permiso al padre para “cortejarla” y le regalaba flores en cada encuentro.
Pasaron meses antes de que se atreviera a darle un beso en la mejilla y después de que pasó un tiempo más que considerable, el buen hombre, de rodillas, le “pidió la mano” a la mujer con la que quería pasar el resto de su vida (y en efecto, así mismito fue). ¡A la verdad que ese abuelo sí que se fajó!
Tal vez te pareció cursi la historia, tal vez te pareció romántica. Quizás te preguntas si todavía existen hombres así.
También piensas en las historias de “terror” que te cuentan tus amigas sobre los chicos con los que han salido. Una de ellas no vio ni un solo regalo de cumpleaños en los cuatro años que estuvo con su adorado. Ah, y no podía reclarmarle nada al respecto, porque si lo hacía, “ella era una interesada”. Otra estaba harta de que su príncipe sólo la invitara a chinchorros en los que las peleas eran la orden del día. ¿Y su seguridad, qué?
Ay, abuela… tal vez los tiempos han cambiado un poquito.
El caballero y la dama
El concepto de caballerosidad surge en la Edad Media. La literatura inmortalizó a los caballeros con personajes como “Don Quijote” y “Don Juan Tenorio”. “Los caballeros eran hombres de las cortes o de las batallas que utilizaban sus artes y sus destrezas para cultivar la seducción y la atracción femenina”, sostiene el psicólogo y sexólogo José Pando, quien agrega que éstos trataban a sus “enamoradas” con delicadeza y galantería, besándoles las manos, escoltándolas y hablándoles de una forma considerada y tierna.
En aquel tiempo, el principio de la caballerosidad se basaba en que el hombre tenía un poder, una fuerza y una habilidad que las mujeres no tenían. La forma en que ésta podía corresponder a los afectos de su amado era cocinándole, siendo respetuosa y virtuosa, acota Pando.
“En las novelas de caballería se veía a la mujer como una figura indefensa que se mantenía en el plano de lo doméstico, mientras el hombre salía a las guerras en nombre de Dios, en las famosas Cruzadas. Así es que ya desde allí, había un concepto de estereotipo de género que iba asignando unos roles”, sostiene Amárilis Pagán, directora del proyecto Matria.
Los tiempos cambian
Pando sostiene que en el siglo XX, el concepto de la caballerosidad se modificó cuando la mujer se inserta en el mercado laboral y comienza a competir de tú a tú con el hombre. Entonces, ya no es dependiente, estudia y tiene sus propias metas.
“Yo creo que la mujer de alguna manera sigue anhelando que el hombre le demuestre cierto grado de gentileza, pero ya no es la cuestión de aquella caballerosidad. Poco a poco, el hombre ha ido cambiando, es menos gentil. Aunque todavía hay muchas mujeres con valores tradicionales que aprecian muchísimo eso”, advierte.
“Se supone que el hombre sea cortés con la mujer, pero ya no con ese tratamiento anacrónico de que ésta es una especie de niña que hay que cuidar y proteger”, acota el sociólogo José Luis Méndez.
Cambian los métodos de seducción
Pando sostiene que en la actualidad los hombres ya no seducen a las mujeres con su buen trato. “En la actualidad, el hombre seduce a la mujer en su traje de baño, con su six pack, con mucho músculo, con mucha fortaleza física”, acota. “Hay hombres que usan camisas sin mangas o con mangas bien cortas para que se le vean sus molleros, se afeitan la barba y se eliminan todos los vellos del cuerpo. Estamos hablando de una metodología moderna de seducción”.
Hay quien dice que al principio todo es color de rosa. A veces, cuando un hombre está interesado en salir con una mujer, saca su artillería pesada y hace uso de sus técnicas de seducción. “Yo creo que todavía eso (la caballerosidad) tiene un espacio; cuando un hombre quiere conocer a una mujer, trata de impresionarla, siendo lo más cortés, lo mas simpático hacia ella, tratándola lo mejor posible, y desafortunadamente, después de la conquista, no necesariamente su comportamiento sigue siendo igual”, advierte Guzmán.
Ahora ellas los sacan a bailar
En la actualidad, muchas mujeres son las que dan el primer paso en el acercamiento amoroso. Las generaciones modernas han cambiado a pasos agigantados en los últimos 50 años, comenta Pando.
“Tú vas a los bailes de jóvenes y las chicas ya no esperan a que los chicos las inviten a bailar una pieza. Ahora, ellas sacan a bailar al joven que les guste”, sostiene. “La mujer ha tomado una actitud pro activa y hay hombres que rechazan esa iniciativa de parte de ellas porque puede ser un poco agresiva, entonces, ellos se retraen”, comenta Pando.
Por su parte, Pagán opina que el que los hombres sean quienes tienen que enamorar a las mujeres las ubica en un rol pasivo. Además, les quita el poder de decisión, y les enseña que tienen que quedarse quietas esperando a que alguien se fije en ellas. “Afortunadamente, hoy en día no es así. Podemos decir que las mujeres ya no están esperando a que alguien las mire y se fije en ellas, eso ha ido cambiando y son ellas las que dan el primer paso”, advierte Pagán.
La cortesía nunca sobra
El asunto no se trata de ser caballero o no, sino de cortesía. “En mi vida personal, a mí no me pasa por la cabeza la idea de que un varón tenga que pagarme una cuenta, o de que tenga que aguantarme una puerta por la mera razón de que yo estoy pasando. Si yo paso primero por la puerta, la aguanto para el que venga detrás pase, sea hombre o mujer”, añade.
“La cortesía nunca sobra, e imponer que un sexo tiene que tener unos detalles de cortesía, solamente en virtud de su sexo hacia el otro, no está bien”, añade.
Ayyy… los tiempos de nuestras abuelitas
“Yo creo que para las generaciones de nuestras abuelas -en mi caso, estoy hablando de mujeres que se enamoraron en la década de los veinte- todavía ese control sobre el cuerpo y la personalidad de las mujeres era evidente”, comenta Pagán. “Al extremo de que existían las chaperonas, no las dejaban solas con los muchachos que las estaban cortejando”.
La líder feminista sostiene que no había una cercanía “lo suficientemente honesta” para que ellas supieran en qué se estaban involucrando.
“Yo creo que en Puerto Rico hemos ido alcanzando un balance bastante chévere, una no puede generalizar porque depende de dónde se viva -no es lo mismo Aibonito que San Juan- pero por lo menos yo siento, en mi entorno cotidiano, que es mucho más relajado el asunto de las reglas de caballerosidad y de la respuesta que se espera de las mujeres ante esas atenciones”, acota Pagán.
Y colorín, colorado, esta historia de caballeros y damiselas ha terminado.