Más de una década de carrera como diseñador de moda le ha permitido a Juan Colón crear piezas para un gran número de reinas de belleza en Puerto Rico. Ha vestido a celebridades, presentado diversas colecciones y participado en un reality show en Miami.

Definitivamente, la pasión por diseñar la tiene más que clara, pero esa certeza no existió siempre. De hecho, desde niño se veía estudiando medicina veterinaria. “Desde que tengo uso de razón, siempre que la gente me decía: ‘¿Qué quieres ser cuando seas grande?’, yo les decía: ‘Quiero ser veterinario’”.

La excelencia académica demostrada en las ciencias abonaba a su aspiración. “Mi promedio era 4.00. Yo era un nerd. Pero el destino me llevó a estudiar diseño”, confiesa entre risas con su característica jovialidad. “Incluso, cuando me encuentro con maestros que me dieron clases y les digo que soy diseñador, me dicen: ‘¡Pero tú, el que siempre estaba en la feria científica! ¡Yo pensé que ibas a ser médico!’”.

¿Y cómo surgió ese cambio en tu aspiración profesional?

Cuando me aceptaron en (el Recinto Universitario de) Mayagüez para medicina en preveterinaria, (mis padres) me dijeron que iba a ser difícil pagar por los altos costos, así que tuve que decidir estudiar y trabajar acá en San Juan.

Estudió un bachillerato en comunicaciones y mercadeo con producción de televisión y otro en administración de empresas, líneas aéreas y turismo. Pero fue su grado en Centro moda, Escuela de Diseño Lisa Thon, el que comenzó a acaparar su atención y a ofrecerle éxitos. De hecho, se muestra muy agradecido por el apoyo brindado por esta célebre modista, así como del diseñador David Antonio.

Cuando te decides por el diseño de moda, ¿tu familia te apoyó desde el principio?

Yo no me atrevía decir en casa que yo quería coser (ríe). Vengo de una familia que son camioneros, mecánicos; personas que no tienen nada que ver con el arte. Somos de profesiones rudas. Yo, lo que era finura y delicadeza, la aprendí a fuerzas.

Para costear parte de sus estudios, “yo trabajaba en un almacén cargando cajas, descargando vagones, despachando mercancía”. Y añade que “hacía todo a la vez. En la semana estudiaba en la universidad, los sábados, diseño, y de lunes a viernes tenía el part-time en el almacén”.

¿Por cuánto tiempo trabajaste ahí?

Empecé a trabajar en un certamen, Miss Puerto Rico Bikini, cuando existía. Y al ver que podía ganar la misma cantidad de dinero cosiendo que sudando el doble en un almacén, me dije, mejor me quedo cosiendo. Y eso fue lo que hice”.

Ingrid Rivera, Jennifer Guevara, Carla Tricoli y Denise Quiñones son sólo algunas de las reinas de belleza que han lucido sus creaciones. “Básicamente, he trabajado con Miss Mundo y Miss Universe Puerto Rico”, revela el diseñador mientras nos muestra un recorte de la revista ¡Hola! de España en el que aparece Wilnelia Merced con uno de sus vestidos durante un evento en 2006. Y aprovecha para mencionar que “la última (celebridad) que vestí hace poco fue a Jackie Guerrido, para una revista.

Pero los logros no parecen ser suficientes para obtener un reconocimiento mayor. “Aquí el mercado está saturado y la industria está un poco monopolizada, por más que digan que no”, analiza pensativo. “Siempre son los mismos, básicamente, porque nos tienen divididos entre los tops, los intermedios (next) y los noveles. Y a mí se me hace injusto que una persona que lleva 10 o 12 años lo clasifiquen como novel”.

¿Y en cuál te clasifican a ti?

Se inventaron de pronto una categoría y nos pusieron en los intermedios, pero si tienes el dinero, pasas a los tops, como le pasó a gente que se graduó conmigo.

Las siluetas femeninas de sus bocetos se apartan de la figura tradicional. “Para mis diseños me gusta la mujer con curvas. En mis pasarelas tengo diversidad. He sacado varios (diseños) plus en mis desfiles. Pero flacas flacas, muy pocas, porque esa ropa tú no la vendes”, responde enfático el modisto, quien también diseña para hombres.

En su vida, apoyar causas benéficas es primordial. Por eso no es casualidad que, a través de varias de sus colecciones haya colaborado en alguna medida con alguna entidad, como ha sido el caso de niños con cáncer, de jóvenes diagnosticados con síndrome Down y niños huérfanos. “He donado mi cabello dos veces. Lo he tenido a media espalda, y me lo he cortado para donarlo para pelucas”. El desfile La pasarela Huellas, realizado en dos ocasiones, ha sido para ayudar a refugios de animales desamparados. De hecho, para éste ha confeccionado atuendos para mascotas y varios canes y gatos han desfilado por la pasarela, incluyendo a Maximiliano, un chihuahua que adoptó en México hace más de una década.

En su afán por destacarse, audicionó en dos ocasiones para el reality Project Runway. “Para ser escogido, pasas por varias entrevistas. Primero, en plena fila para el casting, ven tu portfolio y si no tienes la capacidad, te sacan de la fila. Luego ven tu ropa. Y al final es la entrevista”. En su caso, primero lo intentó en Miami. “Tim Gunn me dijo: ‘Tienes buena construcción y buenas terminaciones, pero no eres el personaje’”. Su segundo intento fue en Nueva York. “La excusa que me dio fue que yo tenía problemas con el idioma (inglés)”.

Finalmente, logró ser escogido para competir en la segunda temporada de Project Runway Latin America (PRLA). Su ímpetu es tal que para reunir el dinero para participar liquidó todas las piezas de su atelier y así costear su estadía de mes y medio en Miami. Así de intenso es su afán de triunfo. El modisto logró sobresalir hasta el octavo episodio. “El reto era de jeans”, para el que tenía que crear un atuendo a partir de esa pieza. Pero no logró pasar la prueba. “Al final, la excusa que me dieron fue que hice una pieza con muchas contradicciones”, explicación con la que no estuvo de acuerdo. “Se me hizo injusto que a otros candidatos les daban oportunidades y en mi caso, que fue la primera vez que estuve abajo, te vas, aun cuando estuve cuatro veces entre los mejores, y cuando yo cosía mis piezas, no como otros que las unían con pega caliente o que cosían los trajes encima de la modelo porque no había forma de ponérselos”. Sin embargo, su experiencia le sirvió para confirmar su manera de pensar respecto a los reality shows. “Yo estudié producción y, desde que llegué, sabía que todo esto era todo un montaje”, menciona el diseñador de 31 años. “Desde que llegué, les dije a los chicos: ‘Cada uno de nosotros vamos a llegar, no a donde llegue tu talento, sino a donde la producción quiere que lleguemos’”. Por eso, aun cuando no ganó, Juan Colón tiene claro el alcance de su talento. En sus planes sigue firme su deseo de seguir creando y alcanzando sueños, más allá de las críticas y de lo que piensen los demás.