La publicidad y su “creación” de una necesidad no es lo único que influye en la compra de un artículo. El olor de la tienda, según un estudio, también tiene su cuota de aportación en sacar la billetera y completar la transacción.

Un estudio en el Journal of Marketig y cuyo comunicado difundió la Asociación Americana de Mercadeo mostró, por primera vez, que la “temperatura”  de los aromas en una tienda puede tener un efecto bien poderoro sobre qué y cuánto compran los clientes.

“Cuando la gente huele perfumes cálidos como la canela percibe que en el lugar hay más personas y se sienten más vulnerable”, mencionaron los autores. Esa sensación es la que se “compensa” con la compra de artículos que consideran de mayor prestigio.

Las investigadoras, entre las que estuvieron Adriana Madzharov, Lauren Block y Maureen Morrin, realizaron varios experimentos para demostrar cómo las fragancias cálidas y frías podían afectar de manera diferente la percepción del consumidor y la toma de decisiones. 

En habitaciones con la misma cantidad de personas, los consumidores las percibían más vacías si el aroma era frío. La temperatura y el número de personas en el espacio nunca cambió, pero percibir una esencia cálida creaba esa atmósfera. Los clientes no solamente adquirían productos de más prestigio, sino que en más cantidades.

Según el estudio, con este hallazgo los comercios tienen una herramienta más para manipular la percepción de los comsumidores y, sutilmente, activar mayores ventas.