Película de Julia Roberts reaviva interés en gelato romano
En el libro "Eat, Pray, Love", de Elizabeth Gilbert, la autora cuenta cómo llegó a comerlo tres veces al día.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Roma.- Lleva el nombre de un santo y hace que te sientas en el paraíso.
El gelato San Crispino ya era muy conocido entre los devotos del helado italiano antes de que un conductor de autobús le dijese a Elizabeth Gilbert que era el mejor helado de Roma. Gilbert lo mencionó en su libro "Eat, Pray, Love" (Come, reza, ama) y desde entonces hay colas inacabables para comprar el helado.
En el libro, que acaba de ser llevado al cine, Gilbert relata su fascinante encuentro con el gelato, que consumió tres veces en un mismo día. En un párrafo que hace que se te haga agua la boca, comenta los sabores. Primero ensayó uno de miel y avellanas, luego una combinación de toronja y melón, y por la noche una de canela y jengibre.
El gelato aparece brevemente en la película, pero figura en las publicidades, que muestran a Julia Roberts, quien interpreta a Gilbert, con una cara radiante y un helado en la mano, presuntamente San Crispino, mientras está sentada en la Piazza Navona.
Gilbert, no obstante, no da muchas pistas a los amantes del gelato que quieren ubicar este templo. No dice dónde compró su San Crispino.
¿Fue en la Vía della Panettieria, una callecita angosta cerca de la Fontana di Trevi? ¿O en el local -¡horror, San Crispino es una cadena de heladerías!- de la Piazza della Maddalena, detrás del Panteón? ¿Tal vez fue en la primera heladería que abrieron los dos hermanos que fundaron esa marca, en 1992, en la Vía Acaia del barrio obrero de San Giovanni?
Sea donde sea que Gilbert tuvo su encuentro con el gelato, "estamos muy felices de que nos mencione en el libro y sobre todo de que le haya gustado nuestro producto", expresó uno de los hermanos, Pasquale Alongi, mientras exprimía limones para darle sabor a uno de sus helados en el "laboratorio" de la Vía Acaia.
Giuseppe Alongi dijo que con su hermano decidieron hacer un gelato "equilibrado" y crear sabores no muy dulces, usando únicamente ingredientes naturales.
Pasquale, quien estudió leyes, y Giuseppe, quien cursó parte de la carrera de medicina, se inspiraron en un postre que hacía su madre, quien era de Tirol, localidad próxima a Austria. Su padre era de Sicilia, donde también se usan muchos ingredientes frescos en las comidas, como pistachios de Bronte, una ciudad en las laderas del volcán Etna. Son los únicos pistachios que los hermanos Alongi emplean en sus helados.
"En los helados de limón usamos únicamente limones de la región amalfitana", expresó Pasquale. "Si no los conseguimos, no hacemos helado de limón".
El gelato San Crispino no se sirve en conos porque, según explica Giuseppe, están "contaminados" por agentes grasosos y no deberían entrar en contacto con el helado.
"Perdemos el 30% de nuestros clientes cuando les decimos que no tenemos conos", comentó en un local de la Fontana di Trevi.
"Los dueños tienen un concepto muy purista, todo tiene que ser natural, nada de colores intensos ni de sabores artificiales", manifestó Francesco Amore, dueño del local del Panteón. "Hay que tener un paladar refinado para disfrutarlo".
Amore recordó cómo los hermanos Alongi fermentaron hojas de albahaca por seis meses e hicieron un helado con ese sabor el año pasado, que duró lo que un suspiro.
La presentación no es para nada ostentosa, como en otras heladerías. El helado es almacenado en 22 "pozzetti", o tubos de metal, con tapas. Los empleados levantan las tapas delicadamente, como si se tratase de joyas preciosas, y ofrecen una cucharadita a quienes no están muy seguros del sabor que quieren. En una pizarra negra se sugieren combinaciones de sabores.
Los Alongi eligieron el nombre San Crispino porque es el santo patrón de los zapateros y se lo presenta con herramientas en sus manos. Los hermanos pensaron que eso ilustraba su labor artesanal.
"Queríamos probar el mejor helado de Roma. Se dice que este no es el mejor helado de Roma sino de Italia, y sospecho que es así", comentó Steve Donague, un turista de Manchester, Inglaterra, quien estaba feliz porque detectó "un montón de ron" en una combinación de Armagnac, ron y chocolate.