Hace cinco años que la artesanía comenzó a capturar su atención con un interés mayor al de solo una admiradora que apreciaba el trabajo de los artistas.

El arte siempre le atrajo desde la adolescencia, pero no fue hasta sus 51 años que Virginia Silva Pagán se encontró con la vocación que en la actualidad no solo ejerce con gran ilusión y le provoca una amplia sonrisa, sino que le ha servido de consuelo en los meses recientes tras el fallecimiento de quien fuera su esposo por 34 años, José Luis González Meléndez, víctima del COVID-19.

“Empecé a darme cuenta de que mi mente se concentraba tanto en esto, en lo que estaba haciendo, que no me daba tanto espacio para yo pensar en lo que me ha sucedido”, reveló la artesana, quien se dedica a la creación de joyería y a nacimientos.

“Esa semana antes del entierro, yo tenía tanta ansiedad que tiro en Facebook ‘quiero hacer este proyecto y me serviría para distraer mi mente’, y como la gente sabía lo que me había pasado, escribí eso y en menos de un día ya había vendido 15 nacimientos”, afirmó con ilusión sobre el apoyo tras el deceso de su pareja a finales de septiembre, a sus 58 años, luego de que su cuadro clínico presentara complicaciones respiratorias por una pulmonía.

“Empecé a notar que lo que estaba haciendo con mis manos me ayudaba a canalizar esa ansiedad, empezó a disminuir”, resaltó la artesana, quien comenzó sus primeros pasos hace cinco años, mientras su esposo, quien se dedicaba al diseño gráfico, tomaba clases de arte y realizaba obras en canvas y madera.

Sin embargo, crear siempre estaba presente en sus intereses.

“En la adolescencia me llamaba la atención las manualidades. Después, en mis primeros años de casada, se pusieron de moda las cerámicas de casitas, y yo las pintaba y las ponía en el balcón, o las regalaba”, dijo. “Me llamaba la atención poder crear cosas, pero no pasaba por mi mente convertirme en una artesana. Me dediqué a criar a mis hijas”, expresó con orgullo, y mencionó que no fue hasta que se convirtieron en adultas que el tiempo libre en su agenda le sirvió de motivación para reinventarse.

“Me pongo a ver artesanías y admirar las cosas hermosas que hace esta gente con sus propias manos, su creatividad, y eso comenzó a despertar un interés en mí”, rememoró la artista natural de Río Piedras, quien reside en Vega Alta.

“Una vez empiezo, con joyería, ahí es que le meto alma, vida y corazón. Para mí tiene mucho valor ver todo lo que uno puede crear, expresar esas habilidades”.

Sus creaciones las muestra en Facebook  a través  de la cuenta Creaciones VickyLu.

Virginia está segura de que se trataba del momento correcto para empezar.

“Ha sido una bendición en mi vida. He aprendido que jamás es tarde. Todo llega en el justo momento. Es cuestión de encontrarte con ese momento de tú añorar algo nuevo, algo diferente en tu vida, eso es todo esto”, reflexionó convencida. “No importa la edad, yo creo que yo puedo tener 80 años y si deseo hacer algo nuevo, puedo lograrlo. Todos pueden”, expuso convencida.

Por otro lado, fue enfática en que aprender a transformar el dolor por la pérdida es clave para superarlo y seguir hacia adelante.

“El arte me ha ayudado a sanar. Yo entiendo que Dios permite que uno a veces atraviese momentos difíciles porque Él tiene un propósito, y yo confío. Mi esposo no tenía ninguna condición de salud. Mantuvo el ánimo hasta el final (en el hospital). Ha sido un proceso duro, pero yo siento cómo Dios me abraza”, destacó. “Dentro de todo, veo cómo Dios da nuevas bendiciones para que tengamos nuevas esperanzas y nuevas ilusiones”.