Desde pequeña, Tayna Vargas dejó notar su pasión por el diseño de modas y hasta se preparó académicamente para ejercer la profesión, sin saber que se convertiría en facilitadora para que otros talentos aceleraran sus propias producciones.

Esto, luego de afianzar una exitosa carrera de más de dos décadas trabajando para reconocidas marcas como Victoria’s Secret, Ann Taylor the Loft y Mikael Agal, y de crear su empresa Tatzy, especializada en confeccionar ropa “ready to wear” para varias tiendas en Puerto Rico.

Sin embargo, mientras se abría camino y cosechaba triunfos en un renglón tan competitivo, la aguadillana de 42 años constató las dificultades que enfrentan los diseñadores locales para culminar sus trabajos, además de enfrentarse a una dura competencia donde el precio de las piezas traídas del exterior limita sus posibilidades.

“Cuando regreso a Puerto Rico en el 2012, luego de estudiar y trabajar en los Estados Unidos, comienzo a hacer accesorios y es entonces cuando una amiga y clienta se me acercó con la idea de desarrollar una marca. De ahí nace Tatzy, de Tayna y Betzy, e hicimos que fuera una marca con propósito, así que empezamos vendiéndole a las tiendas ropa ‘spandex’, trajecitos para clima tropical”, recordó la madre de dos jóvenes.

“Todavía había un poco de resistencia por parte de las tiendas, porque te ven como que esto es de Puerto Rico, además de que el precio es más competitivo cuando lo produces acá. Empiezas a competir con marcas y líneas que vienen de otros países y que se producen mucho más económicos que aquí. Pero, seguimos produciendo e impactamos y producimos muchas colecciones para tiendas locales de Puerto Rico”, resaltó la empresaria.

No obstante, la pandemia del COVID-19 trastocó todos los renglones a nivel mundial, sobre todo el renglón de la moda, así que Tayna comenzó a buscar una forma de continuar produciendo. De esa manera, llegó a la Cooperativa Industrial Creación de la Montaña en Utuado.

“Fui allá, estábamos en pandemia y les dije: ‘Yo quiero hacer producciones con ustedes’. Y ellas no estaban haciendo uniformes escolares que es su fuerte. Es una cooperativa de mujeres. No estaban produciendo porque las escuelas pararon. Así que, entonces, pensé que era el momento para hacer Tatzy”, agregó.

Aunque la propuesta parecía ser buena, se topó con otro escollo.

“Ellas (las costureras) trabajan en líneas de producción; unas hacen las mangas, otras hacen los botones y aquí se trabaja en la producción. Acá nosotros no lo hacemos así. Dije vamos a producir ropa aquí, pero ellas no tenían ni las máquinas ni el conocimiento, así que se me iba a hacer más complicado llegar a la producción”, manifestó la egresada de Katherine Gibbs School of Design en Nueva York.

“Así que nos fuimos a producir uniformes a los supermercados, dealers de carros, toqué puertas para que ellas pudieran producir lo que se les hacía más fácil. Ahí empiezo a hacer polos, camisas, diferentes producciones para compañías, hice cojines para Walmart, una producción de Navidad para ellos. Entonces pude ver que hay gente que llega a la fábrica a hacer producciones de carteras, delantales, pero pasa mucho que se quedan en el intento”, argumentó.

Entonces, aprovechó la coyuntura para tejer una solución al problema que estaban enfrentando muchos diseñadores de ropa y accesorios.

“Ahí empiezo a notar que aquí hay mucho talento de gente que quiere producir y yo puedo ser su facilitadora para seguir haciendo y creando marcas para que se queden aquí en lo local. Yo pienso que podemos hacer muchas más producciones y no tener que estar trayendo de ningún otro lugar, y, en unas cosas tengo más talento y unas debilidades y encargarme de hacer ese tipo de cosas”, sostuvo.

Así nació ModArte.

“Tenemos muchas escuelas que enseñan diseño y se quedan en el intento porque a lo mejor, solo aspiran a diseñar. Cada vez que trato de buscar estos talentos, exploro porque no nos podemos quedar en que solamente quiero diseñar; es saber qué te gusta para que también hagas dinero con lo que te gusta”, señaló.

“De ahí viene el colaborar, identificar recursos y juntar todos estos talentos para lograr tener un banco de recursos para que estas fábricas que queden trabajando solo en épocas, siempre tengan trabajo. Nos limitamos a decir que no hay trabajo y ellas se tienen que ir para sus casas y me encanta llegar allí y ver que todo esté lleno de 20 mujeres produciendo”, auguró.

Finalmente, la diseñadora y gestora confiesa que su motivación es contar con un banco de talentos que acelere el proceso de producción.

“Yo ayudo a mercadear y que sea más fácil producir. Queremos seguir creciendo lo que es el talento de Puerto Rico que hay muchísimo, aquí hay un montón de artistas”, apuntó al invitar a los creadores de moda a unirse en un esfuerzo común.

Para información adicional puede comunicarse al 787-361-6136.