Casi 20 años han transcurrido desde que la cayeyana Jessica Rodríguez se fijó la meta de entrar al mundo de los negocios. No tenía experiencia, no sabía cómo empezar, pero sí que se impondrían numerosos retos, más aún “por ser mujer”.

Hoy día, es la propietaria de La Lomita de Titinyé, un local ubicado en el barrio Las Vegas, justo al lado de la residencia donde vivió toda su niñez. Sin embargo, para Rodríguez establecer su negocio allí primero tuvo que establecerse en Cidra.

“Fui vendedora y cuando me quedé sin trabajo ahí dije que tenía que hacer lo que yo quería; lo que yo quería era un negocio y sea como fuera lo iba a conseguir. Busqué hasta que encontré una barrita bien chiquitita en el casco urbano de Cidra, donde solamente cabía un billar y la barrita”, recordó Rodríguez, quien estudió un bachillerato en Artes con concentración en Economía en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey.

Entonces, se dio la oportunidad de manejar ese negocio que, en el pasado, había sido administrado por hombres.

“Era el negocito del pueblo, por lo que al principio fue duro porque llegas a romper esquemas. Se te hace un poco cuesta arriba, pero una vez tú logras ganarte el respeto y la aceptación, pues sigues. Una vez logré que la gente me aceptara y me quisiera, fue fabuloso. Estuve allí casi 11 años”, recordó la comerciante de 47 años. Al cabo de ese tiempo, Rodríguez decidió vender el local. Cuenta que quería moverse a otro ambiente y que ya se sentía preparada para emprender un nuevo rumbo.

“Fue una linda experiencia porque fue allí que me pulí como comerciante, aprendí a separar las finanzas, lo que es del negocio y lo que es de uno, asignarme un salario. Tener un presupuesto de emergencia por si pasa algo poder responder. Fue una excelente escuela, pero como todo llegó un momento en el que sentí que no tenía nada más que hacer allí”, confesó. Ante este escenario, Rodríguez comenzó una nueva búsqueda para establecerse como comerciante en su pueblo, Cayey, sin imaginarse que ese espacio estaba a pasos de su lugar de crianza. “Me crie en la casa de al lado y este negocio era de un familiar, pero en aquel entonces esto era un colmado llamado La Lomita y fue así desde 1955. Aquí la gente –literalmente- hacía la compra”, mencionó.

No obstante, la cayeyana compró el espacio en el 2013 y estableció allí un chinchorro que integra hoy día una oferta gastronómica con bebidas.

Entonces, decidió llamarlo La Lomita de Titinyé, usando el apodo de su papá, Titin, añadiendo “ye”, sonido con el que inicia su nombre, Jessica.

“Es un espacio un poco más amplio y me da la oportunidad de tener una cocina. Yo soñaba con tener un lugar donde la gente viniera, se sentara, comiera, conversara y que todo el tiempo recibiera gente diferente. Recibo gente de toda la isla, aunque sí tengo clientes que repiten, obviamente. Eso es lo más que me gusta porque trato con gente diferente”, indicó Rodríguez.

Desde entonces, ella es la figura con la que se encuentran los clientes que llegan hasta la lomita para pasar un rato y disfrutar, ya sea de su popular mojito coco-ginger o la margarita jalapeño, que dice es la favorita, pues integra jalapeño fresco en su fórmula. También los comensales disfrutan de la fusión criolla que combina comida boricua y dominicana, y que se ofrece en el espacio.

Pero si hay algo de lo que se siente orgullosa, es de haber emprendido en un ambiente donde puede demostrar cuán capaz es la mujer para triunfar.

“Ser mujer es una de las bendiciones que nos puede dar la vida. Como mujer no significa que seamos débiles, pero generalmente la gente nos ve más vulnerables. Yo creo que nosotras somos bastante fuertes y esos prejuicios no creo que sea algo que nosotras no podamos superar”, puntualizó la propietaria del local, que se consigue a través de Facebook como La Lomita de Titinyé o llamando al 787-638-1647.