Dicen que en la Panadería y Repostería Mi Viejo, en Vega Alta, los billetes de la Lotería Tradicional se venden tan calientitos como el pan, pues su propietario Luis Pérez Escalera reparte la suerte a todo el que llega.

El hombre de 65 años recibe a su clientela desde su escritorio, ubicado a la entrada del local, en donde muestra diferentes combinaciones, mientras conversa con sus compueblanos que acuden a buscar el numerito que los sacaría del apuro económico.

Mostrando una sonrisa a flor de piel, este vegalteño nacido entre los barrios Maricao y Candelaria, contó que su incursión en los negocios sucedió cuando tuvo que sustituir a su progenitora, Estela Escalera, en la administración de un concesionario que tenían en una fábrica de Dorado.

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“Era una cafetería. Entonces, me gustó la experiencia y seguí en el mundo de los negocios. Luego de eso, abrí una panadería en Dorado y después vine para aquí (Panadería Mi Viejo) hace 26 años”, relató el egresado en contabilidad de la Universidad Ana G. Méndez.

Fue a través de un amigo que don Luis comenzó a vender billetes de Lotería Tradicional.

“Tengo la agencia hace 17 años, desde el 2006. Eso sucedió cuando un amigo me dijo: ‘¿Yo puedo vender la agencia en tu negocio?’ Entonces, me trajo la agencia, me enseñó cómo hacerlo y yo le vendía. Saqué la licencia de vendedor y de ahí para acá, seguí vendiendo billetes”, recordó el hijo de Luis Pérez Prado.

“Tenía amistades aquí que me animaron a que vendiera billetes. Y con eso, he seguido y he hecho muchas amistades nuevas. Me satisface vender billetes. Uno conoce gente y cuando se venden premios, pues la gente siempre está contenta”, asintió el cuarto de cinco hermanos.

Buscan la suerte

En el negocio de don Luis, el pan y los billetes se venden calientitos, ya que se ha corrido la voz de que, desde allí, han salido los premios principales, incluyendo el millón de dólares de la Lotería Extraordinaria.

“Francamente, cuando la economía está mala, es cuando más billetes se venden. Es que a la gente esto los anima a tener esperanza, buscando un golpe de suerte. Vienen aquí y me hacen los cuentos de: ‘Si me pegara, haría esto’. Aquí siempre se le desea suerte y hasta yo también juego”, admitió.

“He vendido de todos los premios. He vendido el primer premio de la Extraordinaria, que era de $1 millón; y he vendido del famoso billetazo, que fue de $600,000. He vendido el primero, segundo, tercero, cuarto, pero no he vendido el quinto premio”, expuso.

Asimismo, explicó que entre los números agraciados algunos han pagado “$75,000 del tercer premio de la Extraordinaria. La normal son $250,000 ahora mismo, que son buenos, y con $25 uno juega para los $250,000″.

“Eso sí, le digo que yo no estoy pendiente a nadie. El que se pega aquí, yo nunca acostumbro a pedirle, simplemente, he vendido premio y, a veces, lo que hago es que lo retiro (el número)”, confesó.

“Eso es bueno, cuando se vende uno de los premios principales, la gente rápido corre la voz de que en la panadería se vendió el premio. A la gente le gusta buscar la suerte. Como quien dice: ‘Ahí está la suerte. Vamos para allá a jugar”, insistió.

De otra parte, el billetero vegalteño aseguró que la acogida ha sido tanta, que la mayoría de las veces agota las combinaciones antes de que termine la semana.

“Ahora mismo, esta tirada es para la semana que viene porque los de esta semana, ya se fueron. Esos billetes, tuve que ponerlos para venderlos por adelantado”, reveló al mencionar que “la mayoría de las jugadas son de gente mayor. Son pocos los jóvenes que juegan”.

“Hay mucho billete ajusta’o (separado), que la gente me dice que se lo guarde y lo tengo que apuntar. Eso es un compromiso conmigo. Si no pueden venir, me llaman porque, aunque tenga algún compromiso, yo se lo guardo y si tiene algún premio, eso se respeta”, señaló.

Entre las anécdotas que guarda este billetero, se encuentra la historia de un colega comerciante que se pegó con $75,000 y, de regalo, le compró pasajes a toda su familia para que visitaran los parques de Disney, en Orlando, Florida.

“Yo no quería, pero me dijo que yo soy familia y fue nuestra primera vez allá. Yo tenía 51 años cuando fui a Disney por primera vez, gracias a él. Es que uno deja todo eso por el trabajo y eso me estimuló a seguir viajando y compartiendo con mi familia para salir del ajetreo diario”, relató.

Entretanto, animó a otras personas para que se atrevan a vender Lotería Tradicional.

“La lotería es un patrimonio de Puerto Rico y aconsejó a la gente que se animen a vender, porque al menos, esto entretiene y uno conoce gente nueva”, concluyó.