Mayagüez - Como casi todas las  personas  grandes de corazón, María Latorre no es consciente de sus propios méritos. En su lugar, ella les adjudica el crédito de sus muchos logros a las personas que quiere y admira. En primer lugar, habla de sus  padres, quienes, según dice, les enseñaron a ella y a sus 12 hermanos que “aunque en casa no había dinero ni propiedades ni lujos, sí había lo que se llamaban los valores morales y espirituales”.

María también les atribuye a Dorca Agrón, líder de alcance comunitario Boys & Girls Club, y a uno de sus  hermanos, Eddie Latorre -quien “ha sido un pilar en la vida mía y en la de mis hijos”- gran parte de su progreso.

Relacionadas

Más aún, para Honorio Agosto Ocasio, coordinador del Programa Educativo de Estancia Corazón, Inc., María guarda los más efusivos elogios. Él la ayudó a terminar su cuarto año de escuela superior y junto a su hijo, Giovanni Latorre, la entusiasmó para que, a sus cuarenta y ocho años, se animara a ingresar a la universidad.

Pero, como pudimos comprobar, el mérito mayor le corresponde a la propia María. Porque, como bien lo expresó su mentor, Honorio Agosto, “ella se dejó ayudar”.

Y es que, a pesar de que María abandonó la escuela antes de tiempo para dedicarse a ser esposa y madre, y no empece a un primer matrimonio fallido y una segunda unión durante la cual sufrió maltrato mental y emocional, ella no se dio por vencida.

Con cinco hijos, sin educación y sin trabajo fijo, subsistiendo únicamente gracias a la asistencia  económica del Gobierno y a que, de vez en cuando, le caía un trabajito, limpiando casas, María siguió echando hacia adelante. Su filosofía siempre ha sido: “Si nos sentamos a lamentarnos por lo que no hicimos y por lo que no podemos lograr, nos quedamos estancados”. 

Por eso hoy, a sus 52 años, esta mujer que siempre vivió en la escasez económica, que “a mucha honra”, como ella sostiene, se crió en el ambiente de los residenciales públicos, está estudiando su tercer año de universidad con concentración en trabajo social. Por si fuera poco, y en agradecimiento por estas oportunidades que la vida le ha otorgado, María  colabora como voluntaria de Fondita Corazón, ayudando a otros adultos a aprender a leer y a escribir.

Busca más historias como esta en Miércoles de Mujer, en nuestra edición impresa, y en nuestra sección de mujeres.