No fue sino hasta que una de sus estudiantes le preguntó si no captaba el fuerte olor que expelía uno de sus compañeros de clase cuando Mila Burbano se dio cuenta de que algo andaba mal con su olfato. Hace 30 años, y al parecer a causa de una sinusitis mal tratada, Mila perdió la capacidad de oler y, por lo tanto, de saborear las cosas.

Se estima que una de cada 20 personas está en riesgo de perder ambos sentidos, lo que usualmente lleva a una disminución del apetito, pues el 80 por ciento del sabor de la comida proviene de los olores. 

Esta afección recibe el nombre de anosmia y se produce por causas genéticas (la persona nace sin el sentido del olfato) o adquiridas, que pueden ser resultado de congestiones nasales, rinitis alérgicas, traumas y enfermedades virales. Aunque es posible pensar que, en comparación con la pérdida de la vista o la audición, no oler es menos grave, lo cierto es que a veces es peligroso: los anósmicos no pueden detectar fugas de gas o alimentos en mal estado.

"A veces", explica Frida Scharf de Sanabria, presidenta de la Sociedad Colombiana de Otorrinolaringología Pediátrica, "puede haber desviación del tabique nasal, pólipos o masas benignas o malignas dentro de la nariz, que impiden que las sustancias lleguen al bulbo olfatorio, que es la primera estación del olfato". Añade que la pérdida del olfato también puede deberse a trastornos del sistema endocrino, craneales o neurológicos, tumores en el cerebro o incluso alzhéimer. 

Cuando la anosmia es temporal hay que tratar la enfermedad de base. Por ejemplo, si es una infección, se prescriben medicamentos, o si es una sinusitis causada por pólipos nasales, estos se extraen quirúrgicamente. Pero algunas personas con afecciones graves no recuperan el olfato, ni siquiera después de tratar su enfermedad de base.

Ese es el caso de Bibiana Hernández, una ingeniera industrial que ha sido operada cuatro veces de los senos paranasales. "Me han sacado cuatro veces los pólipos, pero vuelven a crecer. Recuperaba el olfato por unos meses y volvía a perderlo; cada cirugía era más pegada a la otra y me cansé",  cuenta Bibiana. 

La mayoría de los afectados han tenido que acostumbrarse a vivir sin oler. Sin embargo, para ellos se ha abierto un nuevo camino. Según una investigación publicada en Nature Medicine, llevada a cabo por profesores de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, se ha logrado restaurar el sentido del olfato en ratones.

Este tratamiento fue probado en roedores que nacieron con una enfermedad genética que afecta los cilios, unas vellosidades microscópicas del organismo encargadas de detectar los compuestos químicos en el aire. Los animales nacieron con una mutación en un gen denominado lft88, que no les permitía producir cilios y, por ende, detectar olores.

Los científicos crearon un virus capaz de infectar las células con una versión funcional del gen lft88 e inyectárselo en la nariz a los ratones. A los tres días los animales tenían sus cilios restaurados y recuperaron el olfato. Aunque esta terapia podría usarse para curar a quienes tienen anosmia congénita, Miguel Parra, otorrinolaringólogo del grupo médico del Country, dijo que podría servir para las que no la padecen.

"Hoy en día todo tiende hacia la ingeniería molecular y genética, y aunque esta terapia esté en experimentación, dentro de poco será probada en humanos; es un camino que se abre para ayudar en la regeneración de cilios y hacer que funcionen", dice.

Estudios sugieren que los esteroides orales ayudarían a los anósmicos a recuperar el sentido del olfato.