En sus tiempos, Isabel Del Moral se subía a la lomita y le pichaba al que fuera. Su curva adentro era su principal arma, pero su rol más importante siempre fue en el terreno de su comunidad: el barrio Aguacate, en Yabucoa. Desde allí, como líder recreativa, se destacó por su firmeza y determinación y fueron muchas las victorias en favor de su gente.

La líder comunitaria, de 68 años, enfermera anestesista de profesión, y softbolista y atleta de pista y campo, dedicó sus mejores años a ayudar a sacar adelante el deporte en el barrio que la vio crecer. Por esa gesta como líder comunitaria fue nombrada recientemente por el Grupo Apoyo Yabucoa como una “Dama de Éxito”, homenaje que afirma no se esperaba después de tantos años de haber servido a su comunidad desinteresadamente.

“No, jamás. No hice nada que no pueda hacer un ser humano por el barrio que quiere. No me lo esperaba porque soy una persona humilde que doy, pero nunca espero y Dios me ha dado tantas bendiciones que hay que creer que hay alguien que dirige tu destino y se llama Dios. Creo eso y lo he palpado en todas las etapas de mi vida y cuando Dios te da la dirección, tenemos un final feliz”, expresó Isabel.

La líder comunitaria aseguró que su trabajo voluntario requirió que -muchas veces- se enrollara las mangas para hacer posible que corrieran los eventos comunitarios y que las instalaciones estuvieran en condiciones para el disfrute de todos, aun con su ajetreada agenda laboral.

“Yo era de las que venía a ver cómo quedó el parque y, si quedaba sucio, venía con pala a limpiar. Yo era también de las que recogía la calle y una vez un señor me vio en la noche y me preguntó si era empleada municipal y yo le dije que sí porque a mí me gusta que mi barrio brille y porque yo no sea empleada municipal no quiere decir que yo voy a dejar esto así”, sostuvo.

De esos tiempos, Isabel aún recuerda cuando la comunidad abarrotaba los parques y canchas del sector, sobre todo cuando hacían torneos de sóftbol para recaudar fondos para personas en necesidad.

“Antes había más unión, tu veías los viernes y domingos los parques llenos, la comunidad tenía hambre de ver, de entretenerse de algo sano. Hubo torneos que vinieron jugadores de Grandes Ligas a jugar. Hicimos muchos torneos para ayudar a recaudar fondos”, dijo Isabel.

El arma secreta

Además de representar a su comunidad como líder recreativa, Del Moral muchas veces tuvo que quitarse su uniforme de enfermera y ponerse el uniforme de softbolista para subirse a la lomita a picharle al que fuera. En ocasiones, era para eventos en su barrio, mientras otras veces lo hacía en representación del lugar en el que laboraba como enfermera.

“Toda mi vida jugué sóftbol. En el área este fui la única mujer que jugué en un torneo industrial con hombres. Los comentarios que me gustaban eran los machistas, pero hubo uno que una vez dijo: ʿ¿Que una mujer me va a pichar a mí? ʿTe voy a jartar a palo, te voy a dar en la caraʾ. Esa expresión de que me iba a dar en la cara me molestó y le dije: ʿMucho gusto, yo soy Isabel. Soy la que te va a pichar y la expresión que dijiste ahora sonó bien fuerte, suena a golpe. Dímelo adentro del terreno, pero afuera yo no le permito la falta de respeto a nadie’. Entonces me pidió disculpas”, recordó Isabel, quien dijo haber aprendido a jugar sóftbol con uno de sus ocho hermanos.

En el sóftbol, su arma secreta era su curva adentro y dijo que acostumbraba a demorarse en el picheo para desconcentrar a los bateadores. A su vez, afirmó que le molestaba ser subestimada, pero que no sentía ninguna presión por ser la única mujer. “Yo jugaba en un torneo con 150 hombres. Nunca sentía presión por ser la única mujer, al contrario, yo le ponía presión al bateador porque yo entraba, miraba, chequeaba y el árbitro me decía: ‘¿Cuándo vas a pichar?’ Y yo le decía: ‘Ya tú verá que lo voy a sacar de tiempo, no me ajores’. El bateador se desesperaba. Así lo desconcentraba”, dijo la mujer, quien llegó a practicar para entrar a la Selección Nacional de Sóftbol, pero aseguró que no logró dar ese paso tan importante porque faltó a una práctica.

Entre grandes victorias y unas pocas “derrotas”, la vida de Isabel ha dado estadísticas dignas de admirar. En esta etapa de su vida, tras 45 años trabajando en el campo de la salud, Isabel está próxima a lanzar su último juego como enfermera y pasar a su merecido retiro este mismo año. No obstante, aseguró que cuando eso ocurra, seguirá con el uniforme de líder recreativa para ayudar a la comunidad como lo hacía antes.

“Son casi 44 años trabajando. Es gratificante decir que llegaste hasta aquí, gracias a Dios. Ahora me retiro, voy a volver a empezar poco a poco. Quiero ayudar a los que están y aportar a la comunidad”, culminó la fiebrúa del sóftbol y de su barrio Aguacate.