Soy una tía lucía y orgullosa. Mis sobrinos son sumamente especiales. El nacimiento de ellos marcó mi vida, de múltiples formas y me hizo desear convertirme en madre en algún momento de mi vida, algo que no había pasado por mi mente.

Recuerdo que el día que nació mi sobrino mayor, Jan Yusef (11) fue una noche larga para toda la familia porque la emoción era inmensa. Esa misma noche mi hoy esposo me declaró su amor, así que hay mucho sentimiento en torno a la fecha de su nacimiento.

En cuanto a mi sobrina y ahijada Alanis (9), la hermana menor de Jan Yusef, verla nacer ha sido una de las experiencias más impresionantes y emocionantes de mi vida. Vi sus enormes ojos luchando con la luz de la sala de parto, hermosa y muy despierta. La alegría de verla no me permitía parar de sonreír.

Alanis es una niña graciosa, brillante, con un corazón noble y tiene la habilidad de echarse a todos en un bolsillo. Ella es la prima con la que gozan mis tres hijas. A su vez, ellas cuatro hacen con Jan Yusef lo que les da la gana. Este chico es un apasionado de los deportes, un caballero, sumamente servicial y guapísimo.

Mi mamá cuidó de mis sobrinos mientras mi hermana y su esposo trabajaban. Para el tiempo de Jan Yusef, por unos meses estuve sin trabajo, y así fue que lo pude ver comer frutas por primera vez, escucharlo decir sus primeras palabras, y hasta verlo aprender a gatear con un yeso por una operación a la que fue sometido poco tiempo después de nacer. El día de esa operación fue duro, ver a mi hermana Sara y a mi cuñado Jan despedirse de él para que entrara a cirugía, me estremeció el corazón. Con sus cachetes enormes nos miraba fijamente mientras la enfermera lo cargaba y se iba alejando. Literalmente, sentía que se me rompía el corazón. Pero como todo campeón, superó obstáculos y hasta aprendió a gatear con yeso.

Los sobrinos tienen una magia especial, son una debilidad para las tías. Tengo muchos sobrinos que viven lejos, pero estos dos no solo viven cerca de mí, sino que están siempre en mi mente y corazón, y estaré para ellos siempre. Además, esa alegría que aflora cuando se encuentran mis hijas con ellos, es muy especial.

Jan y Alanis, tití los ama mucho. ¡Gracias por existir!