El arte del tejido ha representado para Marie Cruz Martínez una fuente de inspiración y de ingresos para levantar a su única hija, a quien crió sola en medio de una fuerte lucha contra el cáncer de seno.

Esta gladiadora de 51 años se atrevió a desafiar el destino a través de un renglón artesanal casi extinto, con el que pudo echar su hogar hacia adelante y, de paso, alegrar los corazones a quienes adquieren sus hermosas creaciones.

Entre sus piezas hay sandalias, sabanillas, botines, ropa para recién nacidos y gorritos para bebés que aprendió a tejer de la mano de la fenecida artesana Ana Camacho Mena, que durante décadas hilvanó junto a un grupo de mujeres que apodaron “las arañitas”.

Nacida en Brooklyn, Nueva York, Marie llegó a la Isla para instalarse en el pueblo de Ciales y luego en Florida, donde ancló con su retoño Kiomarie Zapata.

“Me mudé a Florida cuando mi hija tenía ocho años. Estaba buscando un sitio donde ella pudiera crecer en paz y en tranquilidad, porque cuando ella va a la escuela yo vivía en Manatí y había mucho bullicio. Ella siempre estaba encerrada en la casa y yo quería que tuviese la libertad que tenían otros niños”, relató la hija de Gloria y Luis.

Sin embargo, tuvo que dejar su empleo en un restaurante de comida rápida para atender a la niña que fue diagnosticada con una condición en el estómago que requería de un cuidado especial.

“Un año y medio después conocí a Ana Camacho Mena, que es parte de ‘las arañitas’. Ella me enseñó el arte del tejido y ahí yo emprendo ese camino de aprender a confeccionar las sandalias, botines, gorritos de niños, sets de ropa para recién nacidos y sabanillas”, recordó sobre el momento que enfrentó a sus 23 años.

Así las cosas, “un día, a través de un periódico local vi información sobre las ferias de artesanía, me interesó y contacté a la Compañía de Fomento Artesanal y me dieron una cita para certificarme como artesana”.

“De ahí en adelante fue una aventura porque mi hija, siendo pequeña, yo no tenía carro, dependía de que mi papá o el padre de mi hija me llevaran a las ferias de artesanía. Mi hija creció entre artesanías. Corría toda la Isla con ella, me quedaba en una cancha bajo techo, en catres, siendo mi hija muy pequeña”, sostuvo.

No obstante, en 2004 la artesana fue diagnosticada con cáncer de seno y nuevamente tuvo que dejar a un lado su fuente de empleo.

“Cuando mi hija cumplió 10 años fui diagnosticada con cáncer de seno y tuve que aguantar el tejido para enfrentarme a la condición, al tratamiento. Entonces, mi medio hermana, que es hija de Ana Camacho, quien me enseñó a tejer, lo que hacíamos era que yo confeccionaba mis tejidos y ella salía a venderlos en las ferias”, manifestó.

“Yo crié a mi hija sola. Gracias a Dios que él siempre pone gente que te da ese apoyo. Cuando ella tenía 12 años ya la necesidad económica era un poquito más fuerte, porque en medio del proceso contra el cáncer me quedé sola y tuve que buscar para poder sostener otras áreas que son vitales en un hogar”, admitió.

Aunque el momento era agotador, Cruz Martínez decidió continuar con sus estudios universitarios, que había puesto en pausa para dedicarse a su maternidad. Entonces, “decidí tocar puertas en otras áreas, terminar mis estudios universitarios que lo logré en secretarial administrativo. Luego consigo trabajo en el Municipio de Florida”.

“Entonces, hacía la labor de tejido, pero no a gran escala. Actualmente, tejo, aunque la quimioterapia me afectó mucho la vista y no encuentro un médico que me opere. Yo tejo con una lupa, con mis espejuelos puestos y tiene que ser en donde haya mucha luz. Estoy tejiendo sabanillas, sandalias, entre otras piezas”, expuso la egresada de la Universidad Ana G. Méndez.

Sobre el renglón artesanal que trabaja, dijo que se trata de crochet, el tejido de una sola aguja.

“Ese tipo de renglón artesanal casi está en extinción. Hay una señora en Utuado que hace mundillo y me llama para que le haga las sandalias para las piezas que ella elabora. Pero hay una merma en el renglón del tejido”, lamentó.

“Actualmente trabajo en el municipio de Florida, en donde soy administradora de documentos públicos. Pero yo eché a mi hija hacia adelante, hasta que se graduó de cuarto año, vendiendo tejidos y me siento muy orgullosa y agradecida de Dios por eso”, apuntó.

Cabe destacar que su hija completó una maestría en Gestión y Administración Cultural del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Actualmente trabaja en la Biblioteca Nacional de Puerto Rico y es la fundadora del Museo Invisible, con el que pretende rescatar la historia de su pueblo, Florida.

Para detalles puede llamar al 787-206-8719.