Siente que su misión es enseñarles y encaminarlas.

La maestra Mónica Bernardy siempre ha disfrutado su vocación de enseñar. Pero desde que fundó su escuela de confección de zapatos y carteras, este propósito la llena aún más.

De hecho, el origen de su centro de estudios, el primero en Puerto Rico, nació del interés de varios alumnos cuando era profesora a nivel de bachillerato en una institución privada.

“Mientras yo daba clases de costura y de alta costura, los estudiantes me preguntaban dónde aprender a hacer un par de zapatos, a hacer una cartera como la de los grandes diseñadores, y me di cuenta de que en Puerto Rico no había dónde. Les busqué lugares en Nueva York, en España, México, pero en Puerto Rico no había nada y, realmente, Dios inquieta mi corazón y dice ‘tráelo tú’, y así fue”.

Materializar su meta, que la llevó a ser la propietaria de Bernardy Studio en Cayey, le hizo experimentar la típica incertidumbre de muchos que comienzan un proyecto ambicioso.

“Yo decía, ‘¿yo traer una escuela de zapato? Eso lo haría cualquier diseñador reconocido, no yo, que soy una jíbara’. No tenía ni pasaporte”, rememoró sobre esos inicios en 2016, cuando viajó a España.

“Estuve dos meses completos en intensivo, hasta domingos. Cogía clases en Alicante”, añadió la instructora, quien para entonces renunció a su funciones como profesora de alta costura para establecer su escuela en Cayey. “Estudié con algunas nenas menores de mi edad y yo me sentía vieja, me sentía mayor, pero ese era mi tiempo”, confesó sobre el proceso de preparación para su nueva meta. “Por eso me gusta aconsejar que, no importa la edad que tengas, si tienes un sueño, date la oportunidad, inténtalo, porque yo me sentía mayor, y si por eso no hubiera ido a coger clases, esto (la escuela) no estuviera pasando hoy. Dije ‘yo voy a mí’ ”.

Su perseverancia logró llevarla a impartir su primer curso, que fue de carteras. Desde entonces, la oferta académica ha ido variando con los años para añadir clases de confección de alpargatas, tenis, calzado de tacón, de plataforma, además de mochilas y wallets (billeteras). “Son aproximadamente diez talleres diferentes, contando costura”, especificó, y aprovechó para aclarar que el requisito principal para tomar sus clases “es tener el deseo de aprender, porque inclusive para algunos de los talleres, si no sabes coser, te damos costura básica y empezamos desde cero. Nada es imposible”.

Como parte de su compromiso por continuar adquiriendo conocimientos sobre técnicas de confección de calzado femenino y carteras, ha tomado estudios en Nueva York, Barcelona (España) y Lima (Perú).

“Ha sido un camino difícil, pero ahora puedo ayudar a mis estudiantes, a que sepan dónde comprar una máquina para coser cuero, que yo no lo sabía y estudié en dos escuelas maravillosas de Puerto Rico, pero nadie me supo decir porque lo que se hace es ropa y no trabajan el cuero”, comparó a modo de ejemplo sobre un material que sí se trababa a mano, a nivel artesanal.

En su afán por proveer tiempo de calidad a sus estudiantes, se asegura de que la matrícula de cada taller sea mínima. “Cada curso es de seis estudiantes, para un mejor aprovechamiento, una buena atmósfera. Nunca voy a tener un salón con 20 personas porque en el pasado lo tuve y no es lo mismo. Pierden ellos y yo, y yo quiero educar. No pierdo ni un minutito”, detalló sobre las clases que imparte jueves y sábado, con sesiones que suelen tener una duración de 8 horas teniendo en cuenta que hay alumnas que llegan de pueblos lejanos, y así les minimiza el tiempo de repetir el viaje.

“Yo quiero que la mujer puertorriqueña eche para a’lante. Que la que tiene sueños desde niña, pero quizás los papás le dijeron que tenía que ser abogada, doctora, y le encanta la costura, que llegue a mi escuela”, dijo con determinación Bernardy, quien también cuenta con un bachillerato en administración de empresas con concentración en gerencia. “Cuando veo que estudiantes están vendiendo carteras, tenis, alpargatas, o lo que están aprendiendo, la satisfacción es increíble. Yo soy una pequeña empresaria y estoy ayudando a estas mujeres que llegan aquí a que sean pequeñas empresarias también y que crezcamos juntas”.