Mujer Maravilla: Carmen Iris Vélez Ortega se salvó por una payasada
Cuando se quedó sola con sus hijos se transformó en la payasa que lleva casi 15 años regalando alegría.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Siendo madre soltera quiso sacar adelante a sus tres hijos. Necesitaba generar dinero para cubrir las necesidades del hogar y recurrió a lo que más le gustaba: coser, dibujar y compartir con niños.
“No recuerdo de niña haber ido a alguna fiesta en la que haya visto payasos, pero siempre me han llamado la atención. Cuando era adolescente coleccionaba figuritas de payasos y todavía tengo algunas de ellas. Me gusta el colorido, la alegría”, expresa la manatieña de 59 años de edad.
Tan deseosa estaba por comenzar a trabajar como payasa que para su primera presentación usó todo prestado, desde el equipo de sonido hasta el vestuario. Sin tiempo que perder, luego tomó un taller de maquillaje y se cosió el primer atuendo de los cinco que se ha confeccionado a través de 15 años de carrera.
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Carmen recuerda que por sus primeras presentaciones cobraba $75 por hora, “más barato de lo que se supone”. Sin embargo, fue dándose a conocer por su trabajo y su capacidad para entretener a chicos y adultos. Poco a poco su trabajo fue cotizando más y por estas fechas aquella cantidad inicial se ha duplicado.
“Cuando le dije a mis hijos a qué me quería dedicar ellos me apoyaron y hasta me regalaron parte del equipo”, recuerda Carmen, quien vive muy orgullosa de la profesión que escogió.
La payasa Chispita de Alegría ha ganado premios por su maquillaje y vestuario en congresos. Generalmente, luce el maquillaje de dos de los varios tipos de payasos que existen, cara blanca y auguste. Son casi dos horas de trabajo frente al espejo para completar la transformación llena de formas y colores. Tiene un pulso envidiable. Primero, se recoge el pelo y se asegura de tener la cara bien limpia. Comienza con el maquillaje blanco, luego en las orillas y bordes aplica pintura negra y al final agrega detalles en rojo y terminaciones en brillo. El maquillaje no está listo sin aplicar una capa de polvo talco para impartir un acabado mate a la pintura. Se dice fácil hacer estos pasos, pero se trata de un gran ejercicio de paciencia y dedicación.
“Es una satisfacción enorme sentir el cariño de los niños. Me llena de emoción transmitir diversión, no solo por los niños, sino por las familias enteras que se unen y comparten. Busco la unión familiar”, expresa Carmen.
Hace ocho años que Chispita de Alegría forma parte del grupo de talentos que atiende a los participantes que forman parte del proyecto Sueño de Navidad, de El Nuevo Día, y que en su mayoría son niños con necesidades y condiciones especiales. De ahí provienen gran parte de los momentos que la payasa recuerda con mucha satisfacción.
Tan a gusto se siente Carmen Iris con la vida que lleva, que no se plantea por ahora el retiro. Mientras haya salud, asegura, continuará transformándose en ese personaje mágico que saca a relucir sus mejores atributos. “He viajado por toda la Isla y mi entusiasmo sigue intacto”, resume con una sonrisa.