Uno de los consejos más frecuentes para resolver conflictos es ponerse en el lugar del otro. Pero no se trata de sufrir como el otro para complacerlo, sino de esforzarse por entender sus sentimientos y pensamientos, con el fin de encontrar soluciones conjuntas.

La famosa inteligencia emocional centra parte de sus estrategias en fomentar la empatía, la capacidad de comprender a los demás. Para explicar el concepto desde la ciencia, pero con un lenguaje coloquial, el doctor en psicología Luis Moya Albiol acaba de publicar el libro Empatía, entenderla para entender a los demás.

En él, el experto valenciano aclara que no es lo mismo empatía que simpatía, pues la segunda conlleva a asumir como propios los sentimientos ajenos. “La empatía permite ver al otro desde afuera (…) Puedes expresar tu preocupación y afecto por lo que le pasa al otro, pero no dejarte llevar por su problema y acabar llorando como si te ocurriese a ti”.

Según él, preocuparse sinceramente cuando ves llorar a un compañero de trabajo o tirarse a la piscina en cuanto ves que un desconocido se ahoga son impulsos relacionados con la empatía, cualidad que puede fomentarse.

¿Por qué es tan importante la empatía?

Generalmente, las personas más empáticas son más queridas, tienen mayor éxito social y se adaptan a los cambios. Confían en los demás y cooperan, por lo que concilian mejor su vida personal y laboral y, probablemente, son más felices.

¿Qué podemos hacer para ser más empáticos?

La empatía se mantiene y mejora con actividades cotidianas, a nivel personal y en las relaciones con los demás. Por ello es tan importante tenerla presente y potenciarla, intentando ser flexibles mentalmente, entendiendo que no hay verdades absolutas sino diversas formas de entender las cosas, y siendo respetuosos y solidarios con los otros.

Lo que en términos prácticos implicaría…

Tratar de pensar o sentir como lo harían otras personas ante lo que les esté ocurriendo. Escuchar sin prejuzgar, intentar comprender y tener una actitud tolerante.

En su libro habla de la meditación ‘mindfulness’, que mejora el autoconocimiento. ¿Una persona que se conoce mejor es más empática?

El autoconocimiento es la base para entender a los demás. Por ello, la práctica del mindfulness o conciencia plena (meditación de origen budista adaptada a la sociedad occidental) supone un buen comienzo en el camino hacia mejorar nuestra empatía. Permite reducir el sufrimiento y la impulsividad, mejorar la concentración y tener mayor conciencia de uno mismo. Su práctica ayuda a aceptar las cosas y a las personas como son, sin prejuzgar y con actitud abierta. Todo ello hace que podamos ponernos, en mayor medida, en la piel de los demás.

¿Cómo se explica que haya adultos más empáticos que otros en los casos en que su infancia fue similar?

Cada uno nace con una predisposición a ser empático marcada por los genes, por cómo se formó el cerebro y otros factores biológicos. Sin embargo, las experiencias, el aprendizaje, el ambiente familiar y la educación influyen en el desarrollo de la empatía. Esta es el resultado de la interacción de factores biológicos y ambientales, habiendo grandes diferencias de una persona a otra. Por ejemplo, por lo general las mujeres son más empáticas, debido, en parte, a que su cerebro estuvo menos expuesto a la testosterona durante la gestación. Sin embargo, hay hombres muy empáticos y mujeres que no lo son, y puede haber grandes diferencias de un hombre a otro o de una mujer a otra. Por todo ello, puede ocurrir que dos personas que han crecido en entornos similares y han sido tratadas con la misma dedicación difieran en la capacidad de empatizar.

Todos podemos ser más empáticos, siempre y cuando queramos, a no ser que se esté atravesando una depresión o un periodo de ansiedad, o se padezca algún trastorno de personalidad que se caracterice por la falta de empatía, como el antisocial, el límite, el narcisista o el esquizoide.

¿Cómo se evalúa la empatía en una entrevista de trabajo?

La empatía es fundamental para el trabajo en equipo, la satisfacción laboral y el buen clima de trabajo. Sin embargo, en la selección de personal no existe un protocolo de evaluación claro basado en la empatía. Quien se interesa por ella suele hacerlo intuitivamente, sin seguir un patrón y utilizando preguntas abiertas.

Las nuevas tendencias empresariales muestran la relevancia de la empatía, debido a la mayor capacidad de las personas empáticas para cooperar, y al hecho de que son más queridas por el resto.

La empatía tiene dos componentes: uno mental, que sería el poder tomar la perspectiva del pensamiento de los demás, y otro emocional, que hace referencia a comprender sus sentimientos. Uno de los inconvenientes de las entrevistas de trabajo es que es más fácil valorar la empatía cognitiva que la emocional. El componente emocional es complejo, pues hay personas que mienten, como aquellas con rasgos psicopáticos. En estos casos, sólo el tiempo pondrá de manifiesto si esa persona es emocionalmente empática.

¿Ponerse en el lugar del otro no es una forma de lástima?

La empatía nada tiene que ver con la lástima o la caridad. Se produce cuando una persona es capaz de ponerse en el lugar de la otra, comprender sus emociones y tomar su perspectiva sin pensar en ella misma, sino tomando como referencia al otro. Se respetan y comprenden los pensamientos y sentimientos de los demás, pero de igual a igual, desde la solidaridad y la igualdad entre personas, no desde una posición de superioridad en la que ‘te haces cargo’ del que está sufriendo. Es compartir el dolor con los demás sin llegar a padecerlo, es entenderlo y respetarlo sabiendo que igual que hoy es esa persona la que sufre, mañana podrá serlo la que empatiza con su dolor.