Para la puertorriqueña Jamilka Borges, ser chef va más allá de trabajar en un restaurante, deleitar a los comensales o recibir distinciones por sus creaciones. 

A sus 32 años, la chef ejecutiva de los restaurantes Lorelei, Independent Brewing Company y Hidden Harbor, en Pittsburgh, Pensilvania, fue nombrada Chef del Año por la revista Pittsburgh Magazine. 

“En una industria donde se trabaja entre 60 y 100 horas a la semana se siente bien tener el reconocimiento, no solamente de un panel de jurado, sino también de compañeros de trabajo y pares. Este premio se otorga tanto por la comida y los restaurantes como por las diferentes causas que como restaurantes y chefs apoyamos”, dice Jamilka, quien a los 20 años se mudó a Pittsburgh tras la muerte de su papá, poco tiempo después de ella iniciar estudios en la Universidad de Puerto Rico. 

Para lidiar con el duelo, comenzó a cocinar para sus amigos y familiares. De ahí surgió su deseo de estudiar artes culinarias.

“Empecé a trabajar en un restaurante bien pequeño, Legume, que en aquel momento era el primer restaurante en la ciudad practicando lo que es ‘farm-to-table’ y tenía un programa superinteresante que más nadie estaba haciendo. Empecé haciendo ensaladas y postres, y seis años más tarde estaba como la segunda en comando del restaurante”, narra.

Mas sus esfuerzos en la industria van más allá de la cocina. Está bien involucrada con la organización 412 Food Rescue, que trabaja concientizando y minimizando el desperdicio de alimentos y combatiendo el hambre. 

“Como chef puede ser difícil cocinar para un público pudiente y casar eso con el alto nivel de pobreza que existe en la ciudad. Eso me hace cuestionar cómo podemos utilizar nuestra voz para hacer cambio”, explica. 

¿Qué es lo más que disfrutas de trabajar en esta industria?

La adrenalina de cuando dan las cinco de la tarde y abren las puertas y sabes que hay gente que va a venir a comer. Una cena puede ser una noche muy especial. Ser parte de esos momentos en vidas de personas que uno no conoce me da felicidad. En una cocina, las personas que trabajan forjan lazos estrechos porque son muchas horas de trabajo. Pero cuando trabajas con personas que admiras, es increíble. 

Has dicho que es más difícil ser reconocida en esta industria si eres mujer. ¿Ese sigue siendo el caso?

Hemos avanzado, pero aún hay temas que trabajar. Cuando yo empecé, las personas hablaban por encima de mí como si yo no existiera y tuve experiencias de comentarios inapropiados. Pero cuando tú estás a cargo tú pones el tono de cómo se habla y cómo se trabaja en tu cocina. Todavía cuando hago entrevistas me piden que me vea más femenina, sea con el pelo suelto, o un traje en vez del uniforme de chef. Eso es un problema que persiste. Pero poco a poco va cambiando. 

¿Estás donde te habías propuesto?

Sí. Siempre he sido bastante motivada y he trabajado para llegar a donde estoy. De hecho, estamos trabajando hacia un cuarto restaurante.

¿Qué es lo que te hace alzar la voz?

Somos producto de una cultura con un legado bien fuerte. Para mí, ver puertorriqueños que llegan al restaurante y se emocionan al ver compatriotas me da mucha alegría. También, el ser ejemplo para una nueva generación de chefs es algo que me inspira a diario. 

Recientemente, la chef canceló una cena especial de la cual iba a ser la anfitriona pues el local que la había invitado no estaba de acuerdo con la naturaleza política del tema de la cena: Puerto Rico. En un post en sus redes sociales, la chef expresó: “Yo continúo siendo una voz para mi industria y mi país, y no transigiré mi integridad por cocinar para un grupo de personas que preferirían ignorar problemas actuales y temas reales de política… Los chefs somos capaces de mucho más que cocinar, tenemos una voz”.

 (Las autoras son moderadoras del espacio ‘Alzando la voz’, que se transmite los sábados a las 8:00 p.m. por WKAQ580. También puedes escuchar los episodios en formato de podcast en las plataformas de Uphoria y Apple Podcasts).