Las alteraciones en el estado físico y emocional de la mujer embarazada tienen relevancia e impacto en el desarrollo y formación de un bebé. Las emociones que siente la madre durante el embarazo producen cambios neurohormonales que se transmiten en un proceso complejo que ocurre en la placenta y que influye en el desarrollo prenatal, tanto a nivel biológico como a nivel sicológico en el futuro. Todo lo que le ocurre a la mujer gestante, le ocurre a la vida que se está gestando.

La violencia doméstica genera estrés en la madre e incremento en los niveles de cortisol, una hormona que se libera en respuesta al estrés, causando mayor probabilidad de que el feto reciba un aumento en cortisol. El cortisol en exceso tiene efectos dañinos sobre el cerebro del feto que se encuentra en un periodo vulnerable de desarrollo, lo que puede ocasionar problemas sicológicos y emocionales para el bebé después de nacer.

Diversas investigaciones refieren que la exposición a altos niveles de estrés durante el embarazo aumenta el riesgo de que en el futuro el bebé pueda sufrir ansiedad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, problemas de conducta, problemas emocionales, retraso en el lenguaje, bajo coeficiente intelectual y problemas cognitivos.

La violencia doméstica también aumenta el riesgo de parto prematuro, de desarrollo de ansiedad y depresión durante el embarazo o en el postparto para esa madre.

El mundo del bebé por nacer se basa en sensaciones y percepciones que van creando conexiones neurológicas que asociarán con emociones luego de nacer. Adicional a esto, el feto escucha desde las 19 a20 semanas aproximadamente, lo que también impactará su desarrollo y bienestar futuro, pues si las sensaciones que siente se acompañan de ruidos fuertes y vibraciones fuertes ocasionadas por la violencia doméstica puede asociar y sentir eventualmente miedo e inseguridad.

Acompañar las emociones del bebé luego de nacer, luego de que se ha vivido violencia doméstica en el embarazo, pueden ayudar a atender las posibles consecuencias adversas. Proporcionar estímulos gratificantes que generen emociones positivas como las caricias, los abrazos, las atenciones inmediatas a las necesidades de alimento, de cambio de pañal, de incomodidades pueden ofrecer alegría, tranquilidad, calma, seguridad y confianza. Cuidar su estado emocional y desarrollar un vínculo seguro entre madre-hijo/a puede maximizar el desarrollo de inteligencia emocional y de un buen ajuste social que minimice el desarrollo de problemas de salud mental en el futuro.

En el cuidado y control que se llevan a cabo durante la gestación, debe incluirse la salud emocional materna y la detección y prevención de situaciones de violencia en la pareja. Los profesionales que atienden a la mujer embarazada necesitan recibir adiestramientos para reconocer los signos de abuso, y para conectar a las mujeres con recursos que puedan ayudarles en la comunidad. Atender las necesidades de las mujeres embarazadas nos ayuda a ir cambiando el mundo, un bebé y un nacimiento a la vez.

Si eres una víctima de violencia de género durante el embarazo o conoces a alguien que esté sufriendo de esta victimización en el Centro de Apoyo para Víctimas del Crimen (CAVIC) queremos ayudarte. Aquí se  ofrece libre de costo servicios interdisciplinarios a víctimas de todo tipo de delitos. Para ayuda y orientación, llama al 787-763-3667.

(La autora es sicóloga clínica, Centro de Apoyo para Víctimas del Crimen)