Aunque las nuevas tecnologías nos llevan en la dirección opuesta, existe una antigua costumbre que aporta maravillosos beneficios a personas de todas las edades, pero sobre todo a los niños, y para la que solo hacen falta un libro, un lugar tranquilo, una voz amorosa y pronunciar a menudo tres palabras mágicas: “Había una vez...”.

Esas tres palabras, dichas en voz alta, son suficientes para desencadenar la más poderosa de las alquimias: el tiempo se detiene, nuevos mundos se despliegan y algo tan cotidiano como un libro, compartido en ese momento, se convierte en un poderoso alimento para la mente y el corazón, según Meghan Cox Gurdon, ensayista, crítica y reseñadora de libros para niños del diario estadounidense The Wall Street Journal.

“Leer en voz alta a los niños favorece su desarrollo cognitivo, estimula la adquisición temprana del lenguaje y potencia la capacidad de atención que les quitan las pantallas, además de fomentar la empatía y el vínculo afectivo”, según esta experta.

Cox destaca los beneficios cognitivos y socioemocionales de la lectura en voz alta a cualquier edad, basándose no solo en su experiencia como crítica de literatura infantil, sino además en las últimas investigaciones sobre neurociencia y comportamiento, que describe en su último libro, La magia de leer en voz alta.

“No hay mejor presente que el momento, no hay momento mejor que el presente”, escribe esta autora, que vive en Bethesda, Maryland, con su esposo y sus cinco hijos, jugando con el doble significado de la palabra ‘presente’ (‘regalo’ y ‘ahora’).

Por eso recomienda comenzar ahora a leer en voz alta en familia y regalarse cada día “una hora mágica en casa, aunque 20  minutos puede ser suficientes, para disfrutar de ese momento compartido con nuestros hijos y las personas que más queremos”.

¿Cómo empezar? “Poco a poco, desde el nivel en que estés... pero ¡empieza hoy! No es necesario comprometerse a un interminable futuro de lecturas en voz alta o a un período de prueba de tres meses, ni a una sesión de 60 minutos. Elige un libro, una revista o una caja de cereales y léelo en voz alta”, aconseja Cox.

“Las redes neuronales del cerebro de los pequeños se activan desde el momento en que nacen cuando sus padres les hablan, pero si nuestros bebés ya están en cuarto o sexto curso de primaria, quizá sea demasiado tarde para leerles libros muy infantiles, aunque todavía queda tiempo para acostumbrarlos poco a poco a la lectura en voz alta”, según la autora.

El objetivo es ir consiguiendo, poco a poco, que el pequeño disfrute a diario con las lecturas, recibiendo la atención cálida y positiva de sus padres.

¿Cómo consigo  que   presten atención?

La autora aconseja intentar disfrutar, ya que “cuánto más nos involucremos en la lectura, más persuasivos seremos”.

“Leer en voz alta es una experiencia compleja y generosa. Ayuda tener un buen libro, pero el relato que elijamos es uno de sus ingredientes y nosotros somos otro, al igual que nuestros hijos, con su mente activa y sus sentidos, participando al escuchar y quizá también mirando las ilustraciones del libro”, apunta.

“Entrar en ‘modo narrador’ tiene un poder hipnotizador. La escena de un padre, una madre o un maestro sentado con un libro en la mano atrae a los niños pequeños como un imán a los metales”, asegura.

¿Cómo  hacer más atractiva la lectura?

Leer también puede contener un elemento de aventura si lo hacemos en un lugar distinto al habitual, según Cox.

Pone como ejemplo la técnica de un padre consistente en leer a sus hijos libros de marineros estando metidos debajo de las camas “como si estuvieran bajo cubierta”.

¿Es mejor leer por la noche?

La autora recomienda que el momento de lectura debe ser “cuando nos resulte mejor”.

“Si están en casa todo el día es probable que haya muchos momentos en los que puedes leerles un cuento. Si trabajas fuera de casa, quizá los primeros años te resulte más fácil en el desayuno o al bañarlos”, señala Cox.

Asegura que, a medida que los niños van creciendo, la hora de irse a dormir es normalmente el mejor momento para reunirse en familia.

¿Y si tienen distintas edades?

Una opción es leer los mismos libros a todos a la vez pero, según Cox, “habrá que ir probando para descubrir los que más se ajustan a las distintas personalidades de los hijos”.

“Tanto si le lees a todos a la vez o a cada uno por turnos, esta situación puede evolucionar con el tiempo y a medida que pasan los años habrá que hacer todo tipo de ajustes relacionados con la edad para satisfacer las necesidades de nuestros hijos”, matiza.

¿Cuesta mucho leer en voz alta?

“Al leer en voz alta no todo es idílico y perfecto, ya que puede costarnos mucho hacernos un hueco en nuestra apretada agenda para esta actividad, pero no queda más remedio”, admite Cox.

“O les leemos libros o no se los leemos. No hay medias tintas en este asunto. Si ustedes y su familia quieren aumentar el enriquecimiento que produce esta actividad tienen que hacer que ocurra”, apunta.

“¿Esto suena desalentador? ¿Ya tienen muchas cosas para hacer y compaginar como para asumir otra responsabilidad más? ¡Les prometo que leer en voz alta se convertirá en una costumbre más deprisa de lo que creen!”, concluye la autora como mensaje global a los padres.