Hace poco más de un mes que dieron inicio las clases presenciales en el País y muchos están batallando para volver a la normalidad educativa. Sin embargo, los padres tienen la preocupación de exponer a los niños a la amenaza que representa el virus del COVID-19, lo que en ocasiones le lleva a manifestar un estado de ansiedad, por no tener el control de su cuidado al llevarlos a la escuela.

Para la doctora Karen Martínez, siquiatra de niños y adolescentes y directora del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), el sentir ansiedad ante este escenario es una respuesta “normal” de nuestro cuerpo debido a que el virus es una situación que puede atentar contra nuestra salud.

“Es extremadamente normal que sintamos ansiedad porque esa es la manera en que nuestro cuerpo nos dice préstale atención a esta situación porque podría causarte daño. Es algo natural y es bueno que lo tengamos porque nos ayuda a protegernos”, expresó la doctora Martínez.

No obstante, al ser la pandemia una situación tan compleja y al estar en constantes ajustes desde hace más de año y medio, esos cambios en la rutina pueden estar afectando el funcionamiento de las personas en un nivel más profundo.

“La pandemia nos ha requerido adaptarnos continuamente a una situación nueva y, como ya esto es una situación que llevamos manejando por más de un año y medio, llega un punto donde el cuerpo se cansa de estar prendiendo la alarma. Ahí podemos tener unas consecuencias que son negativas sobre la salud mental”, dijo la doctora.

Martínez afirma que muchos padres presentan ansiedad por no saber si están tomando la mejor decisión al llevar a sus hijos a la escuela, sobre todo aquellos que tienen hijos menores de 12 años que no se pueden vacunar. También hay quienes se ponen ansiosos por haber decidido no llevarlo a sus clases presenciales.

“El miedo más terrible que puede tener un padre es que estoy exponiendo mi hijo a algo que puede ser peligroso y esa duda de ¿qué yo tengo que hacer?; si dejarlo ir a la escuela cuando estamos en un momento donde hay transmisión comunitaria de este virus o si le estoy haciendo más daño dejándolo en la casa”.

“La mayoría de los padres están en una situación entre la espada y la pared, donde realmente ninguna de las dos alternativas (educación presencial o virtual) es una opción que los haga sentirse seguros. En estas situaciones donde no está claro cuál es la decisión más apropiada, pues uno está continuamente dudando de uno mismo. Todo eso va aumentando la ansiedad y llega un punto en que el vaso está demasiado lleno y empieza a desbordarse”, sostuvo Martínez.

Según la experta, cuando la ansiedad se sale de control, es posible que la persona no la pueda sobrellevar y que entonces le afecte en su diario vivir. Se puede ver afectada su capacidad para tomar decisiones, también puede tener dificultad para enfocarse en su trabajo o en sus responsabilidades. En otros casos, la doctora afirma que es posible que el cuerpo se “apague” por completo y ahí entonces podamos ver que la persona puede sufrir trastornos de ansiedad y depresión.

“El cuerpo se apaga y ya no tengo motivación para hacer nada, no tengo energía, no puedo producir y empiezo a ser disfuncional. Es un estado de tristeza y de apatía, donde tu cuerpo simplemente no quiere responder y también nos puede llevar a un trastorno de uso de sustancias porque puede que empiece a buscar una manera de manejar esta ansiedad y que termine en una dependencia de una sustancia como el alcohol o medicamentos recetados para la ansiedad”, advirtió la directora de la Escuela de Psiquiatría del RCM, quien añadió que en ese punto “sí requiere de un tratamiento”.

Los niños se “contagian” de ansiedad

Asimismo, cuando el cuidador de un menor no sabe manejar sus niveles de ansiedad, los niños terminan siendo “contagiados” con ese temor a su ambiente escolar. Si el niño percibe la ansiedad, entenderá que la situación del COVID-19 es una amenaza con la que no puede lidiar y se resistirá a ir a la escuela.

“Los niños, al tener un cerebro que todavía está en desarrollo, se adaptan muy bien a todos estos cambios y somos los adultos los que tenemos dificultad en adaptarnos. Nosotros muchas veces le transmitimos esa ansiedad, sobre todo a los niños más pequeños, pues ellos miran a sus cuidadores para ver si esta situación es segura o si deben tomar precaución porque todavía no tienen suficiente experiencia para saber qué situaciones son amenazantes. Si nosotros le pasamos el mensaje de que confiamos en la escuela, confiamos en el proceso y que ellos van a estar bien, ahí los niños tienen menos probabilidad de sufrir ansiedad”, aseguró Martínez.

¿Cómo controlar nuestros niveles de ansiedad?

Para evitar que la ansiedad se convierta en un problema mayor, es necesario que las personas se autoevalúen e intente controlar sus temores, y que también puedan dialogar con sus hijos acerca de la decisión que está tomando para darle estabilidad emocional al menor.

“Todos los que somos papás estamos pasando por esto y hemos tenido que tomar unas decisiones bien difíciles. Pero, lo importante es que una vez que tomamos la decisión, tenemos que comprometernos con esa decisión y mandarles el mensaje a nuestros hijos de que esto es lo que yo pienso que es mejor para ti y vamos a estar bien”, sostuvo la experta en niños y adolescentes.

La doctora también brindó otros consejos para reducir la ansiedad, tales como:

  1. Sacar tiempo en su rutina para realizar actividades relajantes.
  2. Compartir con sus seres queridos y con aquellas personas que les hagan sentir bien.
  3. Dormir lo necesario (7 a 8 horas) para poder mantener control sobre nuestro cuerpo y sus reacciones.
  4. Llevar una dieta saludable.
  5. Mantener una rutina porque esa normalidad le dice a nuestro cuerpo que puede bajar su sistema de alerta.
  6. Buscar ayuda profesional si no tiene control de su funcionamiento diario y no logra reducir su ansiedad.