Cuándo y cómo empezar a disciplinar al bebé
Expertos en conducta humana establecen que esos primeros dos años de vida son la base de la formación de los niños.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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A medida que el bebé se va desarrollando, los padres enfrentan nuevos retos, entre ellos el cómo y cuándo comenzar el proceso de disciplinarlo.
La palabra disciplina viene de discipulado; en este caso papá y mamá son los maestros, y la criatura la que aprende. Y para poder enseñar es importante que los papás conozcan y reconozcan la etapa de desarrollo en que está su hijo.
Expertos en conducta humana establecen que esos primeros dos años de vida son la base de la formación y que la disciplina se debe enfocar en brindar las herramientas para un desarrollo adecuado y que a la vez faciliten el manejo del pequeño.
Los primeros 24 meses de vida en la niñez comprenden lo que el sicólogo experimental suizo Jean Piaget determina como la etapa sensorimotora. Durante ese tiempo el bebé se adapta al mundo y “aprende gradualmente que hay una relación entre sus acciones y el mundo exterior”, como indica el historiador de la sicología Paul F. Ballantyne. En esa etapa los niños están ávidos de relacionarse con su ambiente; exploran, trepan, corren, tocan, se meten en los gabinetes de la cocina. Esa exploración les ayuda a madurar el sistema nervioso central. Entonces, los padres deben entender que el pequeño tiene unas necesidades y una vez lo comprendan es que establecen unos límites.
No se trata de pretender que el pequeño se mantenga inmóvil y callado en un restaurante, ni que jamás toque nada en la casa. Disciplinar a un bebé es enseñarle cuáles son sus límites dentro de su entorno. Es que el niño sepa qué está permitido y qué no. Entonces sabrá lo que está haciendo mal. Mientras más pequeño, menor el grado de conciencia y de memoria.
Después de los siete meses de edad, la capacidad de memoria se expande. En esa etapa hay que darles instrucciones cortas y precisas.
• Un “no” firme es la técnica más efectiva. Una vez lo hagas redirige su atención hacia otra cosa. Por ejemplo, si no quieres que toque x cosa, dale otra alternativa, como puede ser un juguete. Si escribió en la pared repites el “no” y rápido le das un papel donde escribir.
• Hay que ser consistente. Si se le está enseñando a dormirse solo y en su cuarto, porque llore no debes correr a acostarte en su cama -siempre que papá y mamá estén seguros de que no tiene ninguna necesidad o problema. Una opción es sentarse unos momentos en la habitación, y luego irte.
• Utiliza el refuerzo. Si el niño obedeció, dale un premio: un beso, un abrazo, un aplauso, para que sepa que lo que hizo está correcto.
• Establece una rutina. Para comer, para jugar o para ir a dormir. Es muy importante tener una rutina desde que nace porque eso va a ayudar a que su conducta mejore. Por ejemplo, desde que el niño camina, tiene que saber que va a guardar el juguete que tiene antes de buscar otro. Una canción se puede usar como clave para que el reciba el mensaje.
• Quita privilegios. Cuando alcance los dos años, ya se puede empezar a usar la técnica del “time out”, pero de una manera modificada. Puedes sentarlo en una sillita y explicarle, de manera simple, por qué está allí. Lo vas a hacer por dos minutos, pues se supone que sea un minuto por año de edad.
• Ante la duda, busca ayuda. Cuando el padre o la madre se dice “no sé qué hacer”, es hora de acudir a un profesional para que le ayude.
No al castigo físico
Un estudio reciente confirmó que el castigo físico no es efectivo para corregir problemas de conducta en niños; incluso puede empeorarlos.
“No hay evidencia de que el castigo físico sea bueno para los niños. Toda la evidencia indica que el castigo físico es dañino para el desarrollo y bienestar de los niños”, aseguró Elizabeth Gershoff, profesora de la Universidad de Texas y autora principal de un estudio respecto al tema, publicado en la revista The Lancet.
Los científicos examinaron 69 investigaciones, la mayoría estadounidenses, en relación a los castigos físicos en menores y concluyeron que estos no están asociados con ningún resultado positivo para los niños. De hecho, podría ocurrir lo contrario y empeorar los problemas de conducta. “Los padres golpean a sus hijos porque creen que al hacerlo mejorará su comportamiento”, sostuvo Gershoff, según The Print.
“Desafortunadamente para los padres que golpean, nuestra investigación encontró evidencia clara y convincente de que el castigo físico no mejora el comportamiento de los niños y en cambio lo empeora”, agregó.
De acuerdo a la investigación el 63% de los niños entre 2 y 4 años en todo el mundo (aproximadamente 250 millones de niños) son sometidos regularmente a castigos físicos por parte de sus cuidadores. En 2006, el Comité de los Derechos del Niños de las Naciones Unidas recomendó a los países poner fin al uso de todo tipo de castigo físico en los niños. Sesenta y dos países han prohibido la práctica, que se considera cada vez más como una forma de violencia.