Favor con favor se paga
<p><font color="#00b0f0"><b>No es impedimento</b></font> <b>Piruli, un perrito que no tiene ojos, acaba de certificarse como perro de terapia</b></p>

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Si Piruli pudiera hablar, seguramente diría que trabajar como perro de terapia es lo menos que él puede hacer en agradecimiento por las oportunidades que le ha dado la vida. Y es que, a pesar de que el simpático can de tres años perdió sus ojitos hace poco más de 12 meses, su vida no ha cambiado para nada. Él sigue siendo tan feliz y travieso como siempre, y sus guardianes Dalia Enid Cruz y Axel Torres, lo siguen cuidando con el mismo esmero y lo tratan como a un perrito normal. Y es que, a decir verdad, y no empece a que ya no tiene el don de la vista, eso es lo que él es.
Los lectores asiduos de Tus Mascotas recordarán que el año pasado reseñamos el caso de Piruli poco después de que le tuvieran que extirpar los ojitos debido al avanzado estado de su glaucoma. Entonces, al igual que hoy, Priuli dio cátedra de entereza, sin exhibir la más mínima señal de encontrarse afectado por su ceguera.
Ningún “Ay, bendito”
Cuando lo operaron, Piruli tenía un hermano canino llamado Poncho, que falleció no hace mucho. Luego de que la pareja adoptara otro animalito –al que han llamado Pancho–, Piru ha seguido siendo el jefe de la casa. “Al sol del hoy”, afirmó Dalia entre risas, “Piruli sigue siendo el más travieso de casa, el que más chava”.
Por eso, ella no quiere que la gente, al darse cuenta de que el animalito es invidente, le cojan pena. “Es un perro bien alegre, feliz, y vive una vida completamente normal”, insistió.
A compartir esa alegría
Piruli es espontáneo, activo, muy sociable y no le tiene miedo a nadie. Por tanto, no se pone arisco cuando desconocidos lo tocan y deja que cualquiera lo sobe.
Por ello, cuando Dalia vio un reportaje sobre Puerto Rico Therapy Dogs y su servicio de mascotas que visitan hospitales y hogares de niños y ancianos para llevar alegría y amor, de inmediato pensó en sus perritos. “Originalmente”, mencionó, “en quien pensé fue en Poncho, que era superllevadero. Pero, al no estar él, quisimos hacer con Piruli lo que no pudimos terminar con Poncho”. Y claro, luego de adoptar a Pancho y comprobar que estaba “cortado por las mismas tijeras”, decidió seguir adelante en su empeño.
“Yo quería compartir con otras personas la alegría que ellos (Piruli y Pancho) me dan. A la misma vez, esto me ayuda a mí porque estoy haciendo un servicio que es comunitario. Uno ve las caritas de los nenes y de los viejitos, que se ponen tan contentos cuando ven y tocan a los perritos, que uno también se pone contento. Después de todo, esa alegría que ellos me dan a mí, si la puedo compartir con otras personas, pues, ¿por qué no lo voy a hacer?”, abundó la joven.
Un asunto delicado
Por su parte, Iván Santiago Luhring, director de Puerto Rico Therapy Dogs, confirmó lo que Dalia ya nos había mencionado sobre los minuciosos requisitos para que una mascota pueda ser perro de terapia. Después de todo, se trata de animalitos que visitan hospitales y centros de convalecencia, que se trepan en camas, que se tienen que dejar tocar por manos inseguras o temblorosas, que deben exponerse a olores inusuales –como los de medicinas– y a equipo médico como bastones, sillas de ruedas, sueros y máquinas de terapia respiratoria, entre otros.
En el caso de Piruli y Pancho, aunque ambos se certificaron, “cuando se hacen las visitas, solo se puede llevar un perro por cada persona, por aquello del control, tú sabes”, aclaró.
¿Qué vieron en él?
Cuando le preguntamos a Santiago Luhring qué fue lo que él vio en Piruli, que hizo que no dudara en certificarlo como perro de terapia, a pesar de ser ciego, su emotiva respuesta fue contundente: “Pues, porque yo tengo una perra que es ciega. Debido a un accidente, ella tampoco tiene sus ojitos. Los perdió cuando tenía cinco años (ahora tiene siete) y, sin embargo, es perrita de terapia. Ya lo era, cuando se los sacaron y ha seguido de lo más bien”.
Y es que Lana –como se llama la perrita de Santiago Luhring– fue la que lo inspiró a establecer Puerto Rico Therapy Dogs. “Cuando empecé con lo de las mascotas de terapia fue tan gratificante, que me certifiqué como evaluador y supervisor ”.
Por eso, se entusiasmó tanto cuando Piruli se unió a la organización, ya que contarían con un terapista canino más “para demostrar que una incapacidad no es impedimento para ser feliz ni llevar una vida normal”.
Finalmente, Dalia acotó: “A veces, nosotros somos los únicos que visitamos a los viejitos en hogares de ancianos. Es una experiencia bien enriquecedora y me ha permitido demostrar que cualquier perrito, no importa su incapacidad, puede llevar alegría y ser funcional”.
Más sobre Puerto Rico Therapy Dogs
Es un grupo de perros de terapia certificados, que visitan hospitales, instituciones de salud, escuelas, iglesias, hogares de ancianos y otras entidades que así lo soliciten.
Therapy Dogs, Inc., con sede en Wyoming, es la entidad que rige el desempeño de Puerto Rico Therapy Dogs.
Voluntarios El servicio que la organización brinda es gratuito y los guardianes de las mascotas participan sin ninguna remuneración.
Requisitos básicos Además de tener el temperamento apropiado y encontrarse saludables, los animales deben estar debidamente vacunados y desparasitados. Luego de llenar la solicitud, las mascotas son evaluadas y certificadas personalmente por Iván Santiago Luhring, director de la entidad en la Isla.
Más información Escribe a info@prtherapydogs.com o visita Puerto Rico Therapy Dogs en Facebook.