¡Por fin! Una científica explica por qué los perros nos quieren tanto
La misma hormona que fomenta los lazos de afecto entre madre y cría es la que, en tiempos remotos, instó a los cánidos a buscar la compañía de los humanos.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Un reportaje reciente, publicado en el portal de petMD, informó que Jessica Oliva, una investigadora de la Universidad Monash, en Melbourne, Australia cree haber descubierto que la hormona oxitocina es la responsable de los perros nos quieran tanto.
El Dr. Ken Tudor, quien escribió la nota original de petMD, afirma que los efectos de esta hormona –comúnmente llamada en inglés como la hormona del “bonding” – no se limitan a los seres humanos. De hecho, según un estudio recientemente llevado a cabo, la secreción de oxitocina promovió la domesticación de los cánidos que hoy conocemos como perros.
¿Qué es la oxitocina?
Esta hormona es producida en el cerebro, en la región del hipotálamo y es secretada por la parte posterior del mismo, mediante la glándula pituitaria. Cabe señalar que la oxitocina es un componente importantísimo, también, en la excitación sexual de ambos sexos y es vital para el orgasmo y la reproducción sexual. Su efecto es particularmente importante, además, en la cerviz y el útero de la mujer durante el parto, así como para la estimulación de los pezones, de manera que se promueva el amamantamiento.
Por si fuera poco, se supone que los efectos de la oxitocina en otras partes del cerebro durante estas actividades propicien la formación de los estrechos lazos de afecto entre la madre y su cría, tal y como lo hace entre las parejas, así como en su manifestación de lazos de amistad entre los diversos círculos de personas que comparten los mismos intereses.
De todo esto se desprende que, según, el investigador de la Universidad Monash, la oxitocina haya jugado un rol preponderante en el establecimiento de la relación entre perros y humanos.
La oxitocina y la domesticación canina
Estudios previos han demostrado que tras solo bastan tres minutos de acariciar y hablarle a un perro para que aumenten los niveles de oxitocina en la sangre tanto de perros como de humanos. Más aún, otros estudios han comprobado que los humanos que se sienten particularmente unidos a sus perros, también tienen niveles más altos de oxitocina en la orina.
En fin, todo esto fue lo que inspiró a Jessica Oliva a desarrollar su tesis en un experimento llevado a cabo con 62 perros: 31 machos y 31 hembras. Las pruebas constaban en medir los niveles de oxitocina en los animales para ver si cuando estos aumentaban, se incrementaba también la habilidad de los perros para poder “leer” las señales no verbales de sus humanos, indicándoles dónde se encontraban sus platos con bocaditos.
Los perros recibieron puntuaciones, luego de que se les administrara oxitocina (por la vía nasal) o un placebo. El método que se utilizó fue en forma de spray para asegurarse de que la oxitocina penetrara directamente en el cerebro por medio de las fosas nasales.
El resultado
No solo se comprobó que los perros respondían más acertadamente cuando recibían una dosis de oxitocina, sino que los efectos de la misma duraban hasta 15 días después de habérseles administrado por vía nasal. Al parecer, la oxitocina contribuye a que los perros entiendan mejor las instrucciones que les damos los humanos.
Cabe señalar que, según estudios citados por Oliva, esta habilidad en los perros es superior a la de los lobos, ya que, según se ha comprobado, los perros, en general, entienden mejor las señales no verbales de los humanos que lobos que hayan sido criados por humanos desde pequeños.
Se advierte que la investigación mencionada solo demuestra el rol de la oxitocina en la relación entre perros y humanos y que no explica por completo cuáles son las funciones exactas que el cerebro lleva a cabo. Por tal razón, Jessica Oliva quiere llevar a cabo el mismo experimento de la oxitocina con lobos para ver si los resultados varían. Eso ayudaría a aclarar la separación evolutiva entre los perros salvajes y los lobos que condujo, finalmente, a la domesticación de los perros.
Oliva también sugiere que si se pudiera llegar a identificar cuál es, exactamente, la sensibilidad genética de los perros a la oxitocina, ello podría ayudarnos a entender mejor a nuestros amigos de cuatro patas. Más aún, podría contribuir al desarrollo de perros que fueran genéticamente superiores como animales de servicio o perros que olfatean drogas o encuentran a personas perdidas.
En fin, el Dr. Ken Tudor propone que, al final, a lo mejor los Beatles tenían la razón y resulta que, tal y como dice una de sus canciones emblemáticas, en resumidas cuentas, gracias a la oxitocina…“All you need is love”.


