La violencia entre menores de edad es algo que no debe pasar por desapercibido. Más allá de la agresión física, esto producirá lesiones psicológicas en la víctima que le impedirán desarrollarse de manera sana en la sociedad. Tanto la víctima de las agresiones, como quien desarrolla el papel de agresor deben ser atendidos por profesionales de la salud mental.

Cuando sucede una agresión física es porque existen otros antecedentes, otros tipos de maltrato que van colocándose como una capa sobre otra, por lo que habrá cierta vulnerabilidad de la víctima.

La psicóloga Ivonne Guzmán sostiene que para identificar si su hijo está siendo víctima de agresión, los padres deben observar cambios de conducta como aislamiento, baje su rendimiento académico, tenga silencios notables.

Cuando un niño está siendo agredido y decide callar puede deberse al temor de que tomen represalias contra él o el miedo de que sus agresores tomen mayor fuerza.

Cuando la víctima no comunica de manera verbal que está siendo molestado o acosado, esto tiene un efecto potencializador sobre el agresor, explica la psicóloga, por lo que recomienda a los padres a acudir a un profesional de la salud mental en el ámbito juvenil. La experta afirmó que los padres están para orientar, acompañar y permitir que su hijo tenga un sano desarrollo.

Destacó la importancia de la presencia de padres o madres en el centro educativo donde estudian sus hijos, involucrarse en las relaciones de sus hijos, conocer quiénes son sus amigos, compañeros de escuela, cuáles son los que molestan a sus hijos.

“Esa es su responsabilidad”, insiste Guzmán.

Agregó que un niño con problemas de depresión es muy propenso a ser objeto de bulliyng y que los padres no logren identificarlo porque existe una situación clínica, y que podrían limitarse a pensar que la víctima es una persona “muy sensible’. No obstante, invita a los progenitores a trabajar la autoestima de sus vástagos.

Guzmán sostuvo que “el acoso o la violencia no nace de la nada, se va construyendo”.

El factor psicosocial, el hogar, la crianza, la forma en que los padres se comunican influye en el comportamiento de un niño.

“Las conductas que manifiestan los agresores no tienen un solo origen, se pudieran tomar en consideración algunas variables dimensionales, como las variables que son personales; aquellos niños que tienen un bajo control de los impulsos, no tienen ese freno para poder comunicarse de una manera asertiva y afectiva con sus iguales”, afirmó al recalcar que un menor de edad con una conducta agresiva y que haya cometido atentado con sus iguales, al igual que la víctima debe ser atendido por expertos en la salud mental.

En el caso de los observadores, la especialista dijo tienen la responsabilidad de detener una agresión, por lo que insta a que los centros educativos incentiven y sensibilicen a los estudiantes sobre el tema.