De entre los tripulantes del espacio, muchos han decidido plasmar sus memorias a través de la literatura, uno de los nuevos métodos que documentan los viajes fuera de nuestro planeta.

"A lo largo de los últimos 60 años de vuelos espaciales, la literatura que narra la historia y el patrimonio de los vuelos espaciales ha deslumbrado y asombrado a los lectores, a menudo presentando al público el tema", explicó Emily Carney de la National Space Society (NSS).

Carney reparó en el aspecto de que las obras literarias que hasta el momento llaman más la atención de los lectores, son aquellas que retratan las experiencias humanas, sobre los astronautas, los controladores de vuelo y los trabajadores. 

“Los relatos en primera persona de un período en particular pueden funcionar como una ‘máquina del tiempo’, acercando al lector a un proyecto o programa “, mencionó la también autora, ya que cuando los viajeros espaciales escriben un libro, hacen más accesible el conocimiento científico: “Estos pueden convertirse en un registro invaluable para aquellos interesados en aprender sobre la historia espacial”, argumentó.

De acuerdo a estimaciones de la Agencial Espacial Europea (ESA) de entre las 550 personas que han orbitado la Tierra, el 10% de ellas se dedicó a narrar su historia en un formato literario.

“Los astronautas a menudo cuentan historias personales que pueden inspirar a los lectores a seguir sus propios sueños”, detalló la ESA. Además, aseguró que el principal objetivo de estas publicaciones es la divulgación del conocimiento científico, hacia el público en general.

En cuanto a los beneficios económicos por la venta de libros, la agencia internacional expuso que tanto los astronautas activos, como la propia ESA, no obtienen ningún beneficio monetario con las editoriales que se encargan de la publicación y distribución de los ejemplares. En cambio “todas las regalías recibidas por el editor deben ser donadas a una organización benéfica elegida por el astronauta”.

Uno de los casos en que se benefició a una organización, fue con el libro Diario di un’apprendista, de la astronauta italiana, Samantha Cristoforetti, publicado por la editorial La Nave di Teseo, tras su distribución y ventas donó 75 mil dólares al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) Italia. 

Mientras que la trilogía de Tim Peake, antiguo oficial miembro del Cuerpo Aéreo del Ejército, en colaboración con la editorial Penguin Random House, recaudó más de 471 mil dólares para Prince’s Trust, organización que protege a jóvenes desprotegidos en Reino Unido.

ESA determinó que estas son solo algunas de las razones por las cuales se han asociado a editoriales, pues consideran importante la divulgación del trabajo espacial, y con la financiación es más sencillo que los astronautas tengan la posibilidad de contar su historia: “Y porque amamos los libros espaciales”, puntualizó.