México. Los incendios en la selva tropical de la cuenca del río Amazonas, en Brasil, han sido devastadores para la salud del planeta. Desde hace tiempo, los incendios en la selva de la cuenca del Amazonas se han incrementado paulatinamente; sin embargo, este año, su número alcanzó una cifra por demás alarmante: cerca de 100 mil.

Como consecuencia de esta catástrofe medioambiental -explica Andrés García Aguayo, investigador del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)-, en las últimas semanas se han emitido a la atmósfera terrestre enormes cantidades de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, monóxido de carbono y metano, entre otros) que contribuirán a afianzar el cambio climático, con sus respectivas secuelas: aumento medio de las temperaturas y, por lo tanto, descenso de las precipitaciones.

Otra consecuencia de estos incendios es la pérdida irreversible de un sinnúmero de especies. Como se sabe, la Amazonia es una de las regiones con más biodiversidad del planeta: casi 30% de las especies se encuentran ahí, y no pocas de ellas son endémicas.

“Por ejemplo, se calcula que en la Amazonia podría haber más de 470 especies de árboles en una sola hectárea y más de 50 especies de hormigas en un solo árbol, sin olvidar a los más de 400 grupos étnicos que viven ahí, muchos de los cuales aún no han sido contactados”, indica García.

En opinión del biólogo universitario, esa inmensa pérdida de biodiversidad afectará, asimismo, los servicios ambientales que esa región del planeta nos presta a todos los humanos, como la absorción de monóxido de carbono y la emisión de oxígeno.

Regeneración lenta

En algunos experimentos a escalas pequeñas en los que se ha desmontado una parte de una selva, se ha visto que ésta tardaría en regenerarse entre tres y seis décadas.

“En este caso, no obstante, la regeneración de las zonas quemadas podría tardar hasta un siglo o más, todo depende de la extensión de los incendios, de qué tanto afectaron, y de las condiciones en que quedaron las zonas aledañas. Que se regeneren por sí solas las zonas quemadas es casi imposible. Es necesaria la ayuda tanto del gobierno brasileño como de otros países para llevar a cabo las actividades de regeneración ecológica que requieren. Por si fuera poco, que se recupere la estructura de una selva (compuesta por arbustos y árboles medianos y grandes, es decir, lo que se conoce como sotobosque) no forzosamente significa que se haya recuperado su función”, señala García.

Los recientes incendios en la selva de la cuenca del Amazonas acapararon la atención mundial porque esta región es considerada el principal pulmón del planeta. Sin embargo, también hay que tener presente que vastas regiones selváticas y boscosas de África, Asia, Oceanía, Estados Unidos, Canadá y México sufren incendios y deforestación todos los años.

“En su conjunto, los países megadiversos albergan 70% de la biodiversidad de la Tierra, pero también son los que están sujetos a las mayores tasas de incendios y deforestación. Por eso debemos estar al pendiente en todos lados, no solo en la Amazonia, y reforzar las políticas contra los incendios y la deforestación”, advierte el biólogo de la UNAM.