¿Existe o no el calentamiento global? El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, asegura que es una falacia, pero cualquier persona que haya vivido en este país por lo menos los últimos 10 años debe haber percibido que cada año los veranos son más calurosos.

Ese aumento de temperatura en el verano boreal (el mundo está dividido a la mitad por la línea del ecuador; la región boreal al norte y la región austral al sur) ha tenido un severo impacto en una región circundante al polo norte llamada permafrost, que ha comenzado a derretirse a un ritmo vertiginoso.

El permafrost es una capa de suelo "permanentemente congelado" (de ahí su nombre), aunque no necesariamente cubierto de hielo o nieve. Se encuentra en Canadá, Alaska, Noruega y Siberia, cerca del Ártico, y en el Tíbet (por su altura).

Pues resulta que el ritmo de descongelación, principalmente en el permafrost canadiense, excede los estimados y según un informe publicado en la revista Geophysical Research Letters, hoy día el derretimiento alcanza el nivel que se esperaba ocurriera en 2090.

El problema con el descongelamiento del permafrost es que acelera el efecto del calentamiento global. Verás, por siglos la tierra de esas regiones ha acumulado carbono orgánico (billones de toneladas métricas).

Cuando el permafrost se derrite, libera ese carbono acumulado y gases de efecto invernadero a la atmósfera. Debido a que el permafrost del Ártico ahora se está derritiendo más rápido que antes, podrían liberarse mayores cantidades de gases de efecto invernadero y carbono, lo que que creará una cadena (calentamiento global descongela el premafrost que libera más gases y carbono que ayudan a que la temperatura aumente creando más calor que descongelará más permafrost que liberará más gases y carbono...) que terminará por calentar más rápidamente el planeta.

Daño irreversible

Un efecto visual del calentamiento global es cada vez más evidente con el deshielo de glaciares y hielo en regiones heladas. Por ejemplo, imágenes satelitales han mostrado a los científicos que los glaciares de la Cordillera del Himalaya ahora se derriten al doble del ritmo de antes.

La cordillera asiática, que incluye al Monte Everest, ha perdido hielo a un ritmo de aproximadamente 1% al año desde el 2000, según un estudio publicado la semana pasada en la revista Science Advances.

“La cantidad de hielo (perdido) asusta, pero lo que asusta mucho más es que se duplica el ritmo de deshielo”, dijo Josh Maurer, investigador de glaciares en el Observatorio Terrestre Lamont Doherty de la Universidad de Columbia y principal autor del estudio.

El Himalaya, parte de un área conocida como “el tercer polo” por la cantidad de hielo que tiene, sólo tiene 72% del hielo que tenía en 1975. Ha estado perdiendo aproximadamente 8,300 millones de toneladas de hielo al año, comparadas con los 4,300 millones de toneladas que perdía al año entre 1975 y 2000, según el estudio.

Aunque el deshielo en el Himalaya no tiene un gran impacto en el aumento en los niveles de los oceános, el que ocurre en los polos sí.

Efecto en el Caribe

En el Caribe ya comienzan a sentirse los dañinos efectos del deshielo y el aumento del nivel del mar.

En las pasadas semanas, se ha reseñado ampliamente la desaparición paulatina de San Blas, archipiélago turístico en la costa este de Panamá. Según datos de un mareógrafo situado en San Cristóbal, una localidad cercana, el agua en esta parte del Caribe ha subido cerca de 30 centímetros (11.8 pulgadas) en el último medio siglo, once centímetros (4.3 pulgadas) más que la media mundial.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (IPCC) describió en su quinto informe un escenario desolador y alertó de que, de seguir así las cosas, la crecida media de los océanos podría ser de hasta 30 centímetros en 2065 y 63 centímetros (24.8 pulgadas) en 2100, lo que sería devastador para un sinfín de comunidades costeras.

Más dramático es el caso de Kiribati, un país compuesto por 30 islas en el océano Pacífico que sería el primero en “desaparecer” por la acción del mar. Desde 1989 está bajo observación de la ONU por estar en riesgo inminente debido a su condición geográfica.

La situación es tan urgente, que la nación tiene un plan de evacuación hacia las islas Fiyi con el fin de actuar en caso de que ocurra una emergencia mayor. Incluso, entidades como el Banco Mundial han elaborado planes para que las naciones desarrolladas de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) estén obligadas a recibir a habitantes de la nación para fomentar su salida.