Los juegos de mesa, por encima de cualquier entretenimiento tecnológico, tienen un encanto insuperable, sobre todo cuando se juegan en familia. Se comparten momentos de risa, competencia, conversación, tensión, en fin, provocan unas dinámicas que parecen perderse entre tanto juego electrónico. Para los jóvenes y adultos, inclusive, pueden ser una manera de reconectar con las memorias de la infancia.

El joven Gabriel Estrada, de 19 años y natural de San Juan, decidió apostar a un clásico juego de cartas para sumar a las alternativas de juegos de mesa, pero esta vez con una identidad creativa y visual estrechamente ligada a la cultura puertorriqueña. “Ojo The Game” es el nombre del juego de rapidez y agilidad visual que diseñó este estudiante del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en su afán por seguir creciendo en el ámbito de empresarismo.

El juego consta de 50 cartas, además de las instrucciones, y tiene tres formas de juego: Clásico, Agótalas o Papa Caliente. Es recomendado a partir de los cinco años.

Cada carta tiene ocho iconos o símbolos distintos, que pueden ser el café, un cabezudo, una chiringa o una piragua, pero entre carta y carta siempre hay un símbolo que se repite. Tiene algún parecido con el juego “Memory”, porque hay que identificar y recordar los diseños de cada carta, pero realmente lo que cuenta es la velocidad con que se hace.

El juego tiene tres formas distintas de jugarlo y es apropiado a partir de los cinco años.
El juego tiene tres formas distintas de jugarlo y es apropiado a partir de los cinco años. (VANESSA SERRA DIAZ)

“Es ver rápido, porque todas las cartas son diferentes, pero todas las cartas tienen una imagen en común”, detalla Estrada, para quien este juego representa su segundo proyecto creativo. Anteriormente trabajó el diseño de una camiseta con el eslogan, “No hay que irse de Puerto Rico para hacer algo brutal”.

En el estilo del juego clásico, por ejemplo, juegan de dos a ocho jugadores, y a cada uno se le reparte una carta. El sobrante se ubica al centro en una pila. Cada jugador va tomando cartas de esa pila y en la medida que identifique el diseño en común, lo dice rápidamente en voz alta y se va repitiendo esa dinámica hasta que terminen las cartas. Al final, quien más cartas tenga, gana. Hay tres cartas amarillas con un valor de tres puntos, mientras que las cartas regulares tienen un valor de un punto.

“En realidad es bien divertido, porque sientes la presión de que alguien más puede quitarte la carta y si no lo ves, te vas desesperando”, comenta el creador, que incluyó símbolos de la gastronomía, el deporte, la música, el lenguaje y de la cultura boricua para ilustrar las cartas.

Es, precisamente, el vínculo con la idiosincrasia puertorriqueña uno de los mayores atractivos del juego. Se cuelan entre los símbolos el legendario Chupacabras, un trapero, el término popular “mai” y hasta un huracán.

Estrada se identifica con una mente inquieta, fácil de aburrirse, por eso gusta de gestar proyectos únicos y muy distintos entre ellos,

“Esto de siempre estar creando y tener una carrera que no tiene límites, que puedes decir estoy haciendo esto, pero mañana hice esta otra cosa, y hoy estoy trabajando con esta compañía, pero mañana estoy con otra, esa libertad de uno poderse dar el lujo de aburrirse, me gusta mucho, y así mismo es que nacen estas cosas”, dijo.

Al momento tiene tres nuevos proyectos delineados, pero prefirió no soltar detalles.

“Ojo The Game” se distribuye localmente en la tienda Bambola, Museo de Arte y Diseño de Miramar, Museo de las Américas, Puerto Artes & Crafts y en la tienda virtual bajo el nombre del juego.