MOCA. La belleza arquitectónica de la Parroquia Nuestra Señora de la Monserrate en Moca se hace notar desde que apenas se accede al casco urbano del pueblo, pues su construcción, en la falda de la loma de la Tuna, se impone sobre las demás estructuras erigidas a su alrededor.

Desde allí se hilvana la historia de los mocanos a partir de 1772 cuando se colocó la primera piedra de la iglesia hecha en cal y canto, cuya bendición se consumó al concluir la obra el 1 de enero de 1775 con la celebración de la primera misa.

Según el profesor Roberto Fernández Valledor, antes de levantarse el icónico templo, la gente asistía a una pequeña ermita de madera ubicada en el lugar que hoy alberga la plaza pública José D. Quiñones.

“Donde está la plaza pública que tenía como cuerda y media de terreno, era una cosa inmensa, había una ermita, una iglesia pequeñita de madera, lo que hoy llamaríamos una capilla. Entonces, estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Monserrate. Dicen los antiguos que venía mucha gente a visitarla”, sostuvo Fernández Valledor, autor del libro “Historia de la Parroquia Nuestra señora de la Monserrate en Moca, Puerto Rico”.

El primer documento que tenemos de que hay gente viviendo en Moca data del año 1714 y así, poco a poco, van llegando vecinos. En el año 1772 le piden al gobernador un permiso para fundar pueblo e iglesia. Entonces, el gobernador que está en el acta que se levantó, autorizó a fundar pueblo e iglesia bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Monserrate y San Juan Nepomuceno”, relató.

De acuerdo con el profesor de Literatura retirado, la estructura ha batallado contra diversas amenazas tales huracanes, comején y la humedad, por lo que ha sido remodelada en más de 10 ocasiones.

Profesor Roberto Fernández Valledor.
Profesor Roberto Fernández Valledor. (XAVIER GARCIA)

“En 1772, empieza a construirse esta iglesia de cal y canto; un tipo de construcción que se hacía. La iglesia se construía o de piedra o de cal y canto, o sea, la cal venía a ser como una especie de cemento, entonces, se le ponía piedra, se levantaban dos paredes de cal y entonces, ahí se iba echando”, explicó.

Para validar la forma en que se construyó, Fernández Valladares resaltó la visita pastoral de Fray Iñigo Abad a todas las parroquias del obispado de Puerto Rico en 1774, incluyendo la parroquia de Moca.

De otra parte, la construcción del templo motivó el desarrollo de viviendas a su alrededor pues hasta ese momento, la gente vivía en haciendas que estaban en las afueras del pueblo.

Asimismo, durante la construcción del templo católico se registró el desastre ocasionado por un huracán, luego ocurrió un terremoto, además de las inundaciones y otros factores que tal vez atrasaron la culminación de la obra.

La atinada ubicación del templo no es fortuita, sino que todo esto era regido por las Leyes de las Indias que requería que los pueblos mediterráneos construyeran sus iglesias en un promontorio, o sea, separada de las demás estructuras.

“Ya Fray Iñigo Abad en la historia, no en el viaje a América, dice: ‘La iglesia de Moca está en la falda de la loma de la Tuna’. O sea que, en la falda, está al comenzar. En Aguadilla que es un pueblo de costa, usted verá la iglesia y desde la iglesia se ve el mar porque la iglesia como eran edificios sólidos, en casos de ataque servían de refugio. Cuando el pueblo era en la costa, se pedía que la iglesia se construyera cerca del mar”, sostuvo el historiador.

Ya para principios del siglo 20, antes del terremoto de San Fermín, el 11 octubre de 1918, la iglesia estaba en mal estado por lo que el párroco solicitó fondos para levantar sus cimientos que se habían hundido por el sismo.

Fue entonces que se hizo una capilla provisional en madera, evento que marcó la primera modificación a la histórica edificación.

“Donde está el gazebo a mano derecha, ahí se construyó una capilla provisional de madera y ya aquí empieza la primera modificación a la iglesia porque se le hace un campanario y una especie de entrada. En 1950 estaba un sacerdote italiano, remodeló todo esto y entonces se le puso el reloj y esa fue la fachada que siempre estuvo o que por lo menos las nuevas generaciones conocieron porque las otras fachadas duraron muy poco”, destacó.

Interior de la parroquia.
Interior de la parroquia. (XAVIER GARCIA)

“Entonces, vino el Padre Miguel y cuando venía a misa, llovía tanto aquí adentro como afuera y la iglesia era mucho más pequeña y aquí se llenaba, teníamos que llegar temprano para poder oír misa o de lo contrario, teníamos que quedarnos de pie. Entonces, él empezó a recoger chavos, al Padre Miguel lo trasladan y viene el Padre Santiago Allende. Entonces, se hace la iglesia actual, se quitan las campanas”, manifestó.

Más adelante, otro párroco insertó las dos campanas que quedaban y cedió la tercera campana a un convento de clausura.

“Según Ángel M. San Antonio, el 7 de octubre de 1983 el Instituto de Cultura Puertorriqueña declaró ‘Monumento Histórico de Puerto Rico’ a esta tres veces centenaria Iglesia Nuestra Señora de la Monserrate y San Juan Nepomuceno. Además, consideró su reloj, una verdadera joya de la ingeniería francesa del siglo 19″, concluyó.