Un equipo de investigadores de la Universidad de Melbourne, en Australia, alerta que en los últimos treinta años la altura de las olas ha aumentado, al igual que los vientos marinos, lo que podría provocar fuertes inundaciones en las zonas costeras del mundo, donde vive cerca de un tercio de la población mundial.

El estudio, publicado en la revista Science, afirma que el fenómeno es más acentuado en el océano Antártico y que puede causar, además de inundaciones, afectación a la infraestructura.

Una medición que alarmó a los científicos fue la tomada por una boya situada cerca de la Isla de Campbell, en Nueva Zelanda. Esta detectó en mayo de 2018 una gigantesca ola de 78 pies de altura, la más alta registrada en todo el hemisferio sur.

Los investigadores explican que la altura de las olas afecta a los niveles de las marejadas ciclónicas en las costas cuando golpean ciclones y huracanes, mientras que el viento sobre aguas abiertas puede influir enormemente en la transferencia de energía y dióxido de carbono entre la atmósfera y el océano.

Para llegar a estas conclusiones, los expertos tuvieron que fabricar una enorme base de datos a partir de información recabada de 31 satélites que recogieron información entre 1985 y 2018.

Ian Young y Agustinus Ribal, autores de la investigación, lograron reunir cerca de 4,000 millones de observaciones sobre la altura de las olas, la velocidad del viento y su dirección. Luego compararon la data con información proveniente de 80 boyas oceánicas en todo el mundo, con lo cual lograron formar la base de datos oceánica más grande y detallada hasta el momento.

De este modo, lograron detectar cambios tenues, pero que a escala global son significativos. Registraron un aumento en los vientos de 8% en aguas antárticas, mientras que las grandes olas han crecido 11 pulgadas (un 5%).

“Aunque aumentos del 5% o el 8% pueden parecer poca cosa, si se mantienen en el futuro, estos cambios en el clima tendrán grandes impactos”, señala Young a El País.

Aún no se pueden relacionar estos datos con el cambio climático, para ello es necesario otro tipo de estudios, señalan los científicos. También será importante determinar cómo afectarán a los sistemas climáticos regionales y al mecanismo global de captura de CO2 de la atmósfera.

“Necesitamos una mejor comprensión de cuánto de esta transformación se debe al cambio climático a largo plazo y cuánto se debe a las fluctuaciones o ciclos de múltiples décadas”, explica Young.