Cada año, durante la temporada de huracanes, estas naves cobran protagonismo desde el mismo ojo de la acción.

Son los aviones cazahuracanes, cuya tripulación emprende un peligroso viaje hasta la tormenta para recopilar información valiosa.

Deben llegar al ojo del huracán y una vez allí sus sensores son capaces de medir la temperatura, humedad, presión, velocidad y dirección del viento del sistema. También cuentan con un sistema GPS para identificar la posición y enviarla al satélite.