Con el inicio de un nuevo año escolar, madres, padres y cuidadores se preparan con entusiasmo: libros, uniformes, zapatos escolares y otros artículos esenciales ocupan la lista de prioridades. Sin embargo, hay aspectos igual de importantes que a menudo pasan desapercibidos, como las habilidades motoras finas necesarias para el aprendizaje, especialmente el agarre del lápiz.

Para muchos niños y niñas, las actividades manuales pueden representar un gran reto. Las destrezas motoras finas, como, por ejemplo, abotonarse, amarrarse los zapatos, pasar páginas o manipular pequeños objetos, son fundamentales para su desempeño en la escuela. En particular, el uso adecuado del lápiz, crayones, tijeras y pinceles se relaciona directamente con su desarrollo y autonomía en el entorno educativo.

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Durante la etapa preescolar se espera que los niños comiencen a dominar estas herramientas. No obstante, en algunos casos, observamos un agarre del lápiz inmaduro, lo que puede dificultar la escritura y provocar frustración tanto en el menor como en su entorno.

Las causas de un agarre inmaduro pueden ser variadas: tono muscular alterado (ya sea bajo o alto), dificultades en el control postural, planificación motora deficiente o desórdenes de procesamiento sensorial que afectan cómo el niño percibe y responde a los estímulos. Un agarre incorrecto puede afectar la legibilidad, el tamaño de la letra, la alineación en el renglón e incluso causar fatiga durante las tareas. Por ejemplo, en niños con tono muscular bajo se observa un agarre inestable, hiperextensión de los dedos y uso de múltiples puntos de apoyo, lo que complica el control del lápiz.

Etapas del desarrollo del agarre

El desarrollo motor comienza desde el nacimiento. A los 10 meses ya puede observarse el agarre de pinza (índice y pulgar), una habilidad clave para manipular objetos pequeños.

Entre los 12 y 18 meses aparece el agarre palmar supinado (el niño agarra con el puño). Luego, entre los 2 y 3 años, evoluciona hacia el agarre digital pronado: la mano gira hacia el papel y los movimientos parten del hombro.

De los 3½ a los 4 años surge el agarre trípode estático o cuadrúpedo: pulgar, índice y dedo medio sostienen el lápiz, aunque los dedos aún no se mueven de forma independiente.

Finalmente, entre los 4½ y 6 años se espera que el niño desarrolle el agarre trípode dinámico, considerado maduro, con movimientos más precisos y controlados desde los dedos.

Actividades para fortalecer las manos

Desde edad temprana, se deben promover actividades que fortalezcan las manos, como:

  • Comer con utensilios apropiados
  • Pintar con crayones gruesos (preferiblemente triangulares)
  • Modelar con plastilina
  • Recortar, rasgar, enlazar
  • Dibujar y colorear sobre superficies verticales como pizarras o papel en la pared
  • Usar pinzas, esponjas o juegos de ensartar

Además, la postura al escribir es esencial: el niño debe estar bien apoyado, con pies tocando el suelo, rodillas y caderas en ángulo recto, y el escritorio a la altura del codo. El papel debe colocarse inclinado en dirección de la mano dominante y sujetado con la otra mano.

Existen accesorios como los “pencil grips” (gomas adaptadas al lápiz) que ayudan a guiar los dedos hacia una posición funcional y cómoda. Hay variedad de tamaños y diseños, por lo que se recomienda probar distintos modelos hasta encontrar el más adecuado para el niño o niña.

Si el niño presenta dificultad sostenida con la escritura, se recomienda una evaluación por parte de un profesional en terapia ocupacional. Esta evaluación permite identificar limitaciones en las áreas de motricidad fina, gruesa, coordinación visual-motora, estabilidad del tronco y más.

Un agarre adecuado del lápiz es mucho más que una cuestión de estética en la escritura; es un indicador de desarrollo neuromotor y una herramienta fundamental para el aprendizaje y la autoestima del niño o niña.

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(La autora es terapeuta ocupacional y presidenta Colegio de Profesionales de Terapia Ocupacional de Puerto Rico)