Diana (nombre ficticio) quería tener sus senos firmes, un abdomen plano y a la vez marcado con el comúnmente llamado six pack. Ese tipo de “arreglito” podía hacerlo en Puerto Rico, pero entendía que localmente no lograría el efecto de la “marcación” que tanto deseaba, sobre todo después de haber tenido hijos y no quedar “como antes”.

La mujer, cuya identidad está protegida, encontró que un doctor en Barranquilla, Colombia, hacía el trabajo que añoraba para su cuerpo y eso la convenció. El costo, aseguró, no fue la mayor motivación, “porque barato no me salió”. Estimó que el levantamiento de senos, más la abdominoplastía con marcación tuvo un costo de $12,000.

Convencida, viajó a Colombia, se operó, recibió un trato del que no se queja, pero algo raro comenzó a ocurrir y nadie le habló con claridad.

Diana prefirió no identificar a quien la operó.

“El doctor no me dejó venir a las dos semanas, pidió que me quedara, pero nunca me dijo que tenía necrosis en el pezón”, compartió. La necrosis es la muerte del tejido corporal.

Poco después de las dos semanas, regresó a la Isla, y al mes observó una llaga en uno de los senos, que luego se le repitió en el otro. De la llaga pasó a ver cómo los puntos se le abrían, tanto en los senos como en el abdomen, hasta encontrarse con sus heridas expuestas.

“Cuando veo que tenía eso así, y al par de semanas, el otro igual, se me abre, fue una cosa horrible, la barriga igual, se me abrió, fue una experiencia horrible, que no se la deseo a nadie”, dijo la mujer de 40 años.

Previo a trasladarse al país sudamericano, Diana habló con su doctora de cabecera en la Isla, le anticipó los detalles de la operación a la que se iba a someter y le preguntó si podía atenderla en caso de cualquier complicación.

Así fue, tras casi enloquecer al verla, la doctora de cabecera le dio unas recomendaciones básicas para bajar la inflamación. Luego, por medio de una paciente del cirujano plástico Ian Marrero, llegó adonde él, y comenzó el proceso de reconstrucción física. Emocionalmente el trabajo fue otro, pues entró en un estado de depresión que la aisló por un tiempo.

El problema está en el seguimiento

Para el cirujano plástico y cirujano de mano Ian Marrero, con 12 años de práctica, el mayor problema que enfrentan los pacientes que deciden operarse en otros países, mayormente fuera de territorio estadounidense, donde las políticas que rigen el ejercicio de la medicina son distintas, es el seguimiento postoperatorio.

“A estos pacientes, les ofrecen estos paquetes fabulosos, los enamoran, les enseñan fotos, los buscan en el aeropuerto, les ofrecen transportación, los buscan en un hotel, los siguen por una o dos semanas y ya. A mis pacientes los sigo por un año”, dijo el doctor.

Pasadas esas dos semanas, las personas regresan a sus países de origen, en este caso Puerto Rico, y se encuentran con la dificultad de que no todos los cirujanos plásticos están dispuestos a tomar sus casos, porque no fueron quienes realizaron las operaciones. Quedan entonces desprotegidos.

“La verdad es que es un riesgo que nadie desea tomar, y yo no desearía tomar el riesgo. No es que quisiera anunciarme, ‘vengan para acá todas’, pero cuando tienes a una persona con una crisis aguda, con heridas necróticas, y es un familiar de alguien cercano a ti, o de un paciente tuyo, donde te están suplicando, ahí entra la cuestión de la compasión humana”, expuso Marrero.

“No importa que se haya operado con un colega mío, o se haya operado en el extranjero, que no me haya pagado a mí y le haya pagado a otro, ahí entra la compasión humana, alguien me está pidiendo un favor, me está suplicando y cómo tengo corazón para decir que no. Muchas veces la mayoría de estos pacientes ya han cicatrizado, tienen la opción de no hacerse nada, o de regresar al lugar donde se operaron y arreglarse, o uno tomar el riesgo y arreglarla. Esta paciente en particular, llega a mí con la complicación aguda, la heridas necróticas, está perdiendo los pezones, o sea, es una paciente que necesita una atención médica al momento, es una paciente donde gracias a Dios su salud nunca se vio comprometida, no se puso séptica ni enferma pero fácilmente lo pudo haber desarrollado, si no se llega a haber atendido”, abundó el especialista.

Marrero atiende pacientes que en un 75% son mujeres, y el restante 25%, hombres. Su dinámica labor cubre desde cirugía estética de párpados, traumas de la mano, reconstrucción de efectos por cáncer, cirugías post bariátricos, aumento o reducción de senos, entre otras.

Como consejo, Marrero exhorta a las mujeres y hombres que deseen este tipo de operaciones, comenzar a trabajar desde sus hogares, con cambios en los estilos de vida y alimentación, para lograr un cambio de adentro hacia afuera.

Diana, por su parte, motiva a otras mujeres a buscar información antes de entregar sus cuerpos.