Optar por la abstinencia sexual en tiempos modernos parece ser todo un desafío. Está, por un lado, la “mala prensa” que por décadas ha tenido el celibato, una decisión vista casi como una aberración en un mundo saturado de películas, revistas y series televisivas que invitan a darle rienda suelta a la sexualidad. Las reiteradas presiones de grupo, de otra parte, dificultan dominar las ardientes y muy alborotadas hormonas, especialmente en la adolescencia. Estos ejemplos ilustran -para bien o para mal- lo que ya es bastante obvio: promover la abstención sexual es una tarea cuesta arriba.

“La abstinencia es mal vista simplemente porque no está de moda”, señala sin mayores vueltas la Dra. Angélica Santiago, educadora en salud. “Inclusive, hay conductas sexuales en unas escuelas en donde ya tienes que estar activo sexualmente antes de entrar al séptimo grado”, asegura la especialista, quien ofrece giras de prevención contra enfermedades de transmisión sexual (ETS) a distintos planteles escolares y universitarios.

Además de estar out para muchos, los expertos advierten que la abstinencia encuentra otras murallas difíciles, como la firme motivación y el control propio que precisa. Pero, aunque es difícil abstenerse de tener sexo, los beneficios de esta alternativa son diversos: es la forma más eficaz de evitar embarazos no deseados y de protegerse contra ETS comunes, como la clamidia, la gonorrea y el VIH.

“Los jóvenes, particularmente, tienen el síndrome del Superman y la Mujer Maravilla: ‘Yo nunca me contagiaré con una enfermedad ni quedaré embarazada’. Sin embargo, los riesgos de estar sexualmente activos no son puros mitos”, precisa la Dra. Santiago.

Llevando el mensaje

Si bien es cierto que no hay nada equivocado en la abstinencia, diversos especialistas en sexualidad humana coinciden en que su promoción por parte del Estado y los currículos académicos no ha sido la más adecuada. Sobre este punto, la sexóloga Carmen Valcárcel explica que la abstención se debe presentar como una opción de protección que tiene la persona, pero no la única. La doctora favorece, entonces, un programa integral de salud sexual que incluya no sólo información sobre la abstinencia, sino que eduque -también- sobre la inteligencia emocional, la importancia de valorarse a uno mismo y lo satisfactorio de una sexualidad sana.

“Yo entiendo que la educación sobre la abstinencia tiene su lugar, pero no debemos olvidar que el ser humano es un ente sexual desde que nace hasta que muere”, observa Valcárcel. “Ahora, yo no creo que educar para abstinencia solamente sea una alternativa, porque no es algo realista. El enfoque de la abstinencia no debe ser ‘el sexo es malo’. El enfoque debe ser ‘esto es para el momento adecuado’”, puntualiza.

El modelo integral de educación sexual no tiene por qué ir en contra de los valores cristianos, según revela la propia doctora. Los colegios católicos, que suelen promover la abstención como la alternativa más recomendable (y en ocasiones la única), pueden incluir clases o conferencias esporádicas que les hablen a los alumnos sobre lo que implica una “sexualidad bien llevada”: reconocer la pareja y el momento adecuado, velar por el respeto a uno mismo, así como conocer las consecuencias y responsabilidades de una relación íntima.

La Dra. Angélica Santiago es educadora en salud adscrita al Programa de Planificación Familiar Título X del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Para más información, llama al 1-866-388-8765 o accede a www.uprppftx.org. Para citas con la Dra. Carmen Valcárcel, llama al 787-764-5642 o visita la página www.centrodemejoramientopersonal.com.

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Principios de una sexualidad sana

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad sana como “la aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, amoldándose a criterios de ética social y personal”. Este concepto, altamente ligado con la autoestima y el amor propio, se compone de:

1. Amor

2. Respeto

3. Consideración

4. Confianza

Fuente: Dra. Carmen Valcárcel, sexóloga

¿Qué es la abstinencia?

Es la decisión de no tener ningún tipo de actividad sexual. Por lo regular es algo consciente, aunque algunas personas se abstienen porque no tienen la oportunidad de involucrarse en una relación íntima. Existen dos tipos: la abstinencia primaria, cuando nunca se han tenido experiencias sexuales, y la secundaria, experimentada por aquellos que -aunque ya se han iniciado sexualmente- no están activos en el presente.