Madrid. Las arrugas que se observan en las diferentes capas de la retina pueden ser un nuevo biomarcador que informe sobre el desarrollo del alzhéimer, según comprobó un equipo de científicos, que diseñaron un método matemático para medirlo.

Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y del Hospital Clínico San Carlos pusieron en marcha un estudio hace seis años y desarrollaron programas informáticos que les permitieron separar cada capa de la retina, y ahora publicaron los resultados de sus trabajos en la revista Scientific Reports.

En los últimos años, la retina se ha consolidado como uno de los biomarcadores más prometedores para el diagnóstico precoz del alzhéimer, destacó la Universidad Complutense en una nota difundida hoy.

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El trabajo resulta “innovador” en tres aspectos, según señaló José Manuel Ramírez, director del Instituto de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo (IIORC) de la Universidad.

“Es el primero en plantear el estudio de la rugosidad de la retina y de las diez capas que la integran; ha diseñado un método matemático para medir el grado de arrugamiento; y ha descubierto que en algunas capas de la retina estas medidas indican que su arrugamiento ya se inicia en etapas muy tempranas de la enfermedad de Alzheimer”, precisó el investigador.

Tras desarrollar programas informáticos que les permitieron separar cada capa de la retina y una vez hecha la división, surgía el problema de cómo diferenciar la rugosidad de una capa de la de las capas vecinas, observó la Universidad.

“Al estar en contacto unas con otras, el arrugamiento de una capa se transmite a las capas adyacentes y se confunde con la rugosidad de ellas. La solución fue aplanar matemáticamente cada capa por una de sus caras y estudiar la rugosidad que queda en la otra cara”, indicó Lucía Jáñez, primera autora de la publicación.

El segundo problema al que se enfrentaron fue encontrar un procedimiento para medir la rugosidad, y la solución fue calcular la dimensión fractal de la cara estudiada en cada capa de la retina, explicó Luis Jáñez, investigador del Instituto de Tecnología del Conocimiento (ITC) de la UCM.

El último paso del grupo fue incorporar la tecnología que desarrollaron a las Tomografías de Coherencia Óptica (OCT) que hay en el mercado y, mediante un análisis matemático, plasmarla en un software que calcula la rugosidad de cada capa de la retina y establece el límite entre la persona sana o enferma.

Para el paciente, se trata de una prueba sencilla, rápida y de bajo coste, que no necesita preparación previa, y para la que bastaría con acudir a una consulta de oftalmología, donde el análisis de la rugosidad la realiza el programa informático en menos de un minuto.

Tras una década de trabajo en esta área, los investigadores conocen gracias a estos descubrimientos cómo evoluciona la visión de los pacientes con alzhéimer y los cambios del espesor de su retina. “A partir de ahora con esta nueva técnica podemos investigar cómo utilizar la rugosidad de la retina para el seguimiento y conocer el estadio de la enfermedad de Alzheimer”, observó Elena Salobrar García, investigadora del IIORC.