Los remedios naturales pueden resultar efectivos en el tratamiento de la artritis, sin embargo, antes de consumir cualquier alimento o suplemento con facultades antinflamatorias es necesario conocer a fondo los factores que están provocando la enfermedad. 

La doctora Inés Alfaro, especialista en medicina preventiva, señaló que si bien existe amplia gama de antinflamatorios naturales, lo responsable, siempre y cuando el nivel de la condición lo permita, es ir directo a la causa más allá de centrarse en sus síntomas. 

“La situación que ocurre en el manejo de cualquier enfermedad en general es que usualmente nos vamos entre comillas a un diagnóstico equis, por ejemplo, en este caso artritis, o nos basamos en el síntoma que produce la enfermedad. Cuando estamos hablando de artritis, convencionalmente pensamos en dolor, posiblemente en limitación de movimiento, disminución de actividad, etcétera, y obviamos tomar la enfermedad como un todo para llegar entonces a la raíz causal de la enfermedad y resolver la situación de una manera más efectiva”, expresó. 

“En vez de pensar cómo la puedo manejar naturalmente, tenemos que tomar la inflamación como base de la condición y no es propio que yo te diga: mira, la artritis sí se puede manejar naturalmente con antinflamatorios naturales como puede ser el Omega, como puede ser la cúrcuma, porque entonces estoy obviando lo esencial de lo que es la enfermedad, y en realidad, terminaría manejando el síntoma y no manejando la condición”, recalcó. 

Alfaro señaló que la medicina funcional o regenerativa se centra en buscar los factores causales y manejar al paciente y no a la condición, contrario a la medicina convencional, en la que emplean medicamentos farmacéuticos para tratar la condición y el síntoma, y la naturopática, que hace lo propio con elementos naturales. 

“Cuando estamos hablando de artritis o de cualquier enfermedad, tenemos que tratar de llegar a la raíz causal y ver a la persona como un todo. Eso es lo que diferencia la medicina funcional de la medicina convencional, e incluso en muchas ocasiones de la medicina naturopática”, subrayó. 

De esta forma, detalló, el médico debe explorar factores como la alimentación, actividad física, nivel de estrés, toxicidad a la que pueda estar expuesto el paciente, posibles deficiencias nutricionales, función del intestino, hidratación y hasta los niveles de hormonas. 

Señaló que de alguna manera, los aspectos antes mencionados podrían estar provocando la inflamación de las articulaciones. 

En cuanto a la dieta, afirmó que algunas grasas, harinas y azúcares contribuyen a la inflación.

También recalcó que la falta de ejercicio no permite la oxigenación adecuada de los tejidos, lo cual a la vez incide en que estos se inmovilicen y provoquen dolor. 

“Si es en la articulación, ahí es donde proviene la artritis” sostuvo. 

Sobre el estrés observó que produce un exceso de radicales libres en el cuerpo y oxidación temprana de los tejidos, que contribuye a la falta de oxigenación. 

De otro lado, detalló que una actividad baja del intestino y limitada absorción de nutrientes pueden generar también un efecto inflamatorio que podría manifestarse en las articulaciones. 

“Tenemos que tomar en cuenta que el intestino es el segundo cerebro y el primer centro inmunológico del cuerpo, y usualmente, es lo que más dañado tenemos. El intestino tiene la función de ir procesando e ir eliminando la toxicidad. Si yo no tengo una buena función intestinal, consecuentemente voy a tener una mayor toxicidad en el cuerpo y menor respuesta inmunológica en general”, argumentó. 

Además, deficiencias de vitaminas como las D, C, E, el complejo B y minerales como el magnesio son otros aspectos a analizar por el profesional médico. 

“Si tenemos una deficiencia que debemos de reponer, hay pruebas específicas que nos ayudan a medir cómo están nuestros niveles de nutrientes a nivel intracelular. Necesitamos saber dentro de la célula esos nutrientes que llegan dentro del linfocito, en qué cantidades están y reponer en caso de que esté baja”, explicó. 

A los factores antes mencionados, dijo, hay que sumarle si el paciente tiene infecciones secundarias o presencia de hongos y parásitos en el intestino. 

“Tenemos que regular ese intestino para poder dar una terapia efectiva. Muchas veces tomando en cuenta todos estos parámetros podemos llegar a un mejor tratamiento incluso menos invasivo de la condición presente”, puntualizó. 

No obstante, aclaró que estas medidas pueden tenerse en cuenta según la condición del paciente. 

“Si llega un paciente con un dolor bien fuerte que no se puede ni mover, con una inflamación bien exagerada, yo no puedo esperar a evaluar el estilo de vida, la nutrición, el estrés. Si es necesario darle un antinflamatorio no esteroidal o esteroidal o incluso una cortisona, lo tengo que hacer así. Pero si la situación no es tan aguda y es más bien crónica, puedo tomar en cuenta todos estos parámetros y manejarlos consecuentemente”, destacó.