Su vida dio un giro de 180 grados: cayó en depresión, no dormía y la ansiedad se apoderó de ella.

Ahora tiene 44 años, pero hace 14 le diagnosticaron diabetes. Empezó a tomar una pastilla diaria, que ella creía le resolvería su problema, pero hoy, tras no seguir un régimen alimentario correcto, entre otros ajustes, se está inyectando insulina.

Lizaida de Hoyos, madre de una universitaria, dice que “cuando  me diagnostican lo cogí normal y seguí comiendo  sin medir consecuencias. Pensaba que la pastilla me estaba haciendo el trabajo. Sí sabía de personas que los riñones le dejaron de funcionar… pero realmente uno piensa ‘eso no me va a pasar’”.

Sin embargo, el pasado septiembre, De Hoyos comenzó a sentir mucha sed, picor en todo el cuerpo, se levantaba hasta cuatro veces a orinar, y tras visitar varios médicos, que cada cual le dio su receta, fue a una dermatóloga que la envió a realizarse unas pruebas.

Los resultaron revelaron que tenía el nivel de azúcar -en ayunas-  en  415.

“Yo trabajé cuatro años en el Capitolio y no tenía hora de salida; siempre estaba en high, no cuidaba la alimentación, desayunaba en un fast food donde a veces compraba  una mallorca. El almuerzo era como a las 2:00 p.m. y comía de todo, porque ese almuerzo me tenía que durar hasta el otro día”, sostiene la trabajadora social.

“Me convertí en workaholic, y no tenía tiempo ni para ver a mi madre, a mi hija ni a mi esposo”, agrega.

De Hoyos acepta que “ahora estoy pagando las consecuencias al dejar de ser asertiva, porque me descuidé como se descuidan muchas personas”.

Fue en el consultorio de Reynaldo Gómez Adrover que, tras realizar varios ajustes en sus medicamentos, se topó con la noticia de que había un descontrol en la azúcar y que tenía que inyectarse insulina.

El mismo médico le enseñó a suministrarse la dosis y hoy sigue un patrón de alimentación saludable y se ejercita.

La realidad 

En Puerto Rico se estima que la prevalencia de diabetes es de un 16.9%,  aproximadamente  unas 600,000 personas con la enfermedad.

Sin embargo, según el presidente de la Sociedad Puertorriqueña de Endocrinología y Diabetología (SPED), Ángel L. Comulada-Rivera, “se reconoce que probablemente hay cerca de 600,000 más con prediabetes, que están en riesgo bien alto de desarrollar diabetes”.

Precisamente porque esta condición está afectando a miles de personas en el mundo, fue que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) dedicó este año el Día Mundial de la Salud para concienciar sobre este mal.

Además de la SPED, el Departamento de Salud y múltiples entidades se unen hoy para realizar actividades. Una de ellas es una capacitación dirigida a profesionales clínicos y de salud pública que trabajan  con la población con diabetes, en el anfiteatro del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, a partir de las 8:30 a.m.

Comulada-Rivera informó que también se discutirá la importancia de que haya un enfoque multidisciplinario para manejar a un paciente con una enfermedad crónica como la diabetes.

“Cuando hablamos de ese concepto nos referimos a que no solo el cuidador primario o el especialista en diabetes son los que van a estar a cargo de ese paciente, sino que envuelve a otros profesionales como los educadores en salud, educadores en diabetes, personal de psicología, trabajo social y nutricionista”, alertó.

Explicó que   “cuando inicialmente se está evaluando el paciente, este, por su grado de ansiedad y de negación no está capacitado para entender y/o tomar decisiones respecto a su enfermedad... el paciente tiene la azúcar descontrolada pero en este momento está con este grado de ansiedad y depresión, que más que yo sentarme a educarlo lo que debo hacer es concentrarme en darle un tratamiento para estabilizar un poco mejor su nivel de azúcar y que lo atienda un educador en salud a un psicólogo clínico para identificar cuáles son sus necesidades más apremiantes”.

El caso de las embarazadas

Dijo que “el ejemplo más claro que tenemos es que las personas que mejor controlan la diabetes son las embarazadas. Cuando tienes otra cosa que tú dices: ‘Yo quiero que mi bebé nazca bien’,  ‘Quiero ir a  la graduación de mi nieto,  estar en la boda de mis hijos’, esos son factores donde entonces tú dices: ‘Pues mira, voy a hacer lo que tenga que hacer’, y el trabajo de equipo multidisciplinario es identificar esos factores motivacionales para ayudar a ese paciente”.

Aceptó que aunque el concepto de integración de servicios al paciente no es nuevo, “la mayoría de los sistemas de salud no trabajan con una verdadera integración clínica de ese equipo multidisciplinario”.

Sobre la situación de los pacientes,  advirtió que  estudios de diversas organizciones demuestran que el control de la diabetes no ha mejorado significativamente.

“Uno de los problemas que tenemos es que aunque tengamos muchos más medicamentos y herramientas, esas herramientas o no se están utilizando de la manera adecuada o no están siendo accesibles a los pacientes o, peor, las dos cosas”, puntualizó Comulada-Rivera.