Tiene muchos nombres, es motivo de chistes y hasta causan risas o enojo... dependiendo del receptor. Las flatulencias, o “pedos”, en lenguaje fino, son inevitables y totalmente normales, pero cuando estás sentado en tu escritorio y de pronto, se “escapa” uno o te llega ese olorcito, no solo causa vergüenza, sino que en muchos despierta hasta rabia y les puede caer peor de lo que huele. ¿Quieres una prueba? Hay gente que ni siquiera va al baño en lugares públicos por temor a ser juzgado.

El tema, sin embargo, es cosa de todos los días -y poco después del almuerzo, siempre sale a relucir-. Hay quienes los ignoran, otros los reclaman y a la mayoría les desagrada. Y ahora resulta que los científicos de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, defienden que estos “vientos de cambio” son buenos para mitigar el daño celular, que podría derivar en enfermedades. ¡Ah, pues bien!

Puede que los buenos científicos tengan razón (aunque al momento no han desarrollado el experimento con seres humanos -y no sabemos si habrá valientes que se sometan al mismo-) pero la pregunta caliente es, ¿qué hacemos cuando la flatulencia nos rodea, digamos, en el trabajo? ¿En un ascensor? ¿Cuando nos “invade” en medio de una reunión?

Ante este escenario, le preguntamos al psicólogo Reinaldo Oquendo qué podemos hacer cuando nos topamos “de nariz” con esta situación.

La primera reacción, para muchos, es reírse, pero este comportamiento, en nuestra cultura, puede ser censurable “pero no deja de ser parte de la socialización y del día a día”, comenta el psicólogo.

¿Qué hacer, entonces, con el “graciosito” que se dedica a asfixiarnos? ¿Enfrentarlo? ¿Ignorarlo? Ninguna, según Oquendo. “Presumiendo que es alguien conocido y que sucede que es más de una vez, no un episodio, pues es cuestión de asertividad y dejarle saber tu incomodidad”, explica el psicólogo. “Hay que hacer el acercamiento hablando desde el ‘yo’, decir, por ejemplo, ‘me siento incómodo dos veces, por mí y por ti... ¿qué se puede hacer al respecto?’ Creo que es lo justo, reclamar ese espacio personal y trabajar el asunto de manera directa y asertiva, sin atacar ni ofender”.

Dejarle saber a tu compañero por notitas o indirectas no funciona, y gritarlo a toda boca tampoco, porque humilla. “Buscar subterfugios no es comunicación efectiva y puede crear otras incomodidades y lacerar sentimientos”, advierte el psicólogo. “Somos seres gregarios, nos relacionamos unos con otros y va a suceder”.

En todo caso, ten en cuenta que, desde el fondo del alma, no es un chiste y, aunque pueda dar gracia una vez, ya dos o tres cae mal. Sé respetuoso con los demás y, si encuentras que no puedes controlar la flatulencia, consulta a un médico porque podría ser señal de problemas de salud más profundos.

Y recuerda: echarle la culpa al compañero no cuenta. Si lo hiciste, acéptalo, pide disculpas... y sigue tu camino.

El psicólogo Reinaldo Oquendo Vega es profesional certificado en terapia de pareja y familia en BROIS. Para citas, llama al 787-458-0161.