Entre cinco y ocho kilos (20 libras aproximadamente) se suelen ganar durante el primer año de una relación, según estudios.

“Un día nos miramos al espejo juntos y fuimos corriendo a pesarnos a una farmacia (droguería)”, cuenta Rina Durán (de 30 años) sobre el día en que cayó en cuenta de los kilos que había ganado junto a su novio David Tello (de 29) en menos de un año de relación.

“Cuando empezamos nuestro tiempo juntos casi todo se basaba en hacer cosas relajantes como comer o ir al cine, por ende, nos volvimos muy sedentarios y engordamos”, cuenta Rina.

Según la ciencia, esta historia no es un caso aislado. Tener una nueva pareja engorda. Así lo demuestra una investigación estadounidense publicada en noviembre del 2018, la cual encontró que tres de cuatro parejas aumentan aproximadamente ocho kilos durante el primer año de relación. Y a partir de entrevistas, a 15,000 personas, otro estudio publicado en 2018 en la revista ‘Plos One’ arrojó que quienes se emparejan engordan una media de 5,8 kilos.

Al principio del noviazgo, Rina aumentó cuatro y David, siete. Pero ahora, que ya llevan seis años de casados, ambos tienen bastantes más kilos encima.

El estudio estadounidense también indagó sobre las razones de sus resultados y el 41 por ciento de los participantes los atribuyó a comidas en restaurantes durante citas y a los momentos de ver películas en casa, los cuales incluían dulces y bebidas azucaradas.

“Esto también puede estar relacionado con una conducta que uno ve desde niño, que es demostrar el afecto con comida”, opina Ximena Martínez, nutricionista de la Red de Salud UC Christus.

De hecho, estudios previos han demostrado que los hombres divorciados aumentan de peso al encontrar una nueva pareja. “Y es probablemente por lo mismo, porque la mujer le demuestra el amor con comida. Esa mirada debe cambiar y empezar a disfrutar del afecto con tiempo de calidad”.

Al intentar perder los kilos, las relaciones pueden sufrir una tensión, según sugiere una investigación realizada por la Universidad de Texas (EE. UU.), que encuestó a 389 personas y a sus parejas para descubrir las estrategias más comunes de pérdida de peso.

El trabajo identificó que existen parejas “sincronizadas” que comparten una mirada positiva sobre adelgazar y se apoyan constantemente, “luchadores solitarios” que no reciben aliento del otro, “parejas polémicas” que viven conflictos e “individuos autónomos” que se apoyan esporádicamente. Pero el resultado fue claro: quienes estaban sincronizados fueron más efectivos en su pérdida de peso. Además, cada uno era más receptivo a los consejos, elogios y hasta las críticas del otro.

“Cuando las parejas trabajan por un objetivo en común se entiende que la crítica tiene una base en el cariño. Por eso, esta estrategia funciona”, explica sobre el hallazgo Yael Lehmann, psicóloga clínica. Estar sincronizados significa que cada uno tome la meta como un proyecto en común y acepte y valide lo que le pasa al otro, añade. “Esto implica mucha solidaridad”, asegura.

En esto concuerda Valeria Francesetti, psicóloga especialista en obesidad. Un ejemplo, dice, es evitar tentar a la pareja con alimentos no recomendados en su dieta o no cocinar su comida favorita si esta es hipercalórica. Otra forma de ser una influencia positiva es propiciar situaciones que aumenten la motivación, como ir juntos al supermercado, acompañarse a las citas médicas o planificar salidas para ejercitarse juntos.

En la diabetes

El apoyo mutuo también parece funcionar para las parejas que luchan contra la diabetes tipo dos. Investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York realizaron una intervención a varios grupos de matrimonios y se les pidió a unos que la pareja del paciente participara activamente para promover su salud, mientras que el resto debía mantener su vida normal. Los resultados, que fueron publicados en la revista ‘Diabetic Medicine’, concluyen que las parejas del grupo que trabajó en equipo presentaron menor angustia por la enfermedad, mayor satisfacción conyugal y mejores niveles de presión arterial.