En una era de tanto consumismo económico como la de hoy, sentir preferencia por aspectos como el dinero, un auto de lujo o la ropa de una marca famosa resulta algo común para muchos. Por eso no sorprende el interés por contar con el poder adquisitivo para tener todo aquello que nos agrada.

Sabemos que no siempre es posible comprar todo lo que deseamos. Sin embargo, la crisis económica actual ha obligado a asumir una actitud más comedida a la hora de gastar, en comparación con tiempos anteriores. Este ejercicio puede resultar un tanto difícil para quienes están acostumbrados a un estilo de vida de mayores lujos y comodidades. ¿Cómo podemos aprender el desapego por lo material?

Afán por lo material

Estamos acostumbrados a pensar que una persona que catalogamos como materialista es aquella que se preocupa en exceso por los bienes materiales. Al abundar al respecto, lo primero que enfatiza el psicólogo Reinaldo Oquendo Vega es que “el apego a lo material es una conducta aprendida”. Hay que recordar que “cuando nacemos, llegamos al mundo desnudos y desprovistos de cualquier cosa material”. Sin embargo, vivimos en una cultura en la que desde el primer día de nacido los “amigos y familiares se encargan de hacerle llegar todo bien material para la crianza del bebé”, y mientras “más caro, mejor y de mejor calidad”. Pero lo cierto es que este último pensamiento “puede ser tanto irracional como un error de lógica”.

Por otro lado, es comprensible que tengamos unas necesidades básicas y procuremos el modo de satisfacer las mismas. Ahora bien, medir hasta qué punto esto raya en lo aceptable y no en lo excesivo dependerá del punto de vista de cada quien. “No todos tenemos las mismas aspiraciones o expectativas en la vida, y cada cual se traza las metas de obtención de aquella que entiende es lo suficiente para él o para ella”, analiza el también terapeuta de familia y parejas. “Mi visión es que esto debe ser, para que se mantenga saludablemente, entre lo justo y lo necesario y sin perder el balance entre los excesos o las carencias”.

No obstante, Oquendo Vega señala que “en mi experiencia en terapia, hay personas que han elegido el materialismo como un estilo de vida y es lo que para ellos tiene la mayor prioridad o el mayor significado”. Del mismo modo, “he conocido a aquellos que toman la decisión de ser más austeros y juiciosos al momento de adquirir bienes materiales, ya sea por ejercer un autocontrol, por el bien de una relación afectiva, por un cambio de visión de vida”, entre otras razones.

Para concluir, el psicólogo señala la importancia de aprender a darles más valor a otros aspectos por encima de lo material, tales como “la familia, las experiencias de vida, el amor, la justicia, la generosidad hacia los demás”, porque son éstos los que nos ayudarán a encontrar el camino de la verdadera felicidad.

 

Para citas con el psicólogo Reinaldo Oquendo Vega: 787-458-0161

 

Libérate del apego

1. Identifica las verdaderas necesidades. Basándote en ello, haz un plan para satisfacerlas sin que ello conlleve sacrificar el bienestar tuyo ni el de tus seres queridos.

2. Establece prioridades. Es comprensible querer compensarte de vez en cuando con alguna mercancía trivial o de moda. Pero antes de gastar, pregúntate: ¿Realmente puedes pagarlo? ¿Qué uso le vas a dar? ¿De veras es necesario?

3. Cuidado con los mensajes publicitarios. Eres tú quien dominas y determinas tus condiciones para contar con una mejor calidad de vida, y no los factores externos o los publicistas.

4. Valora lo que tienes. Muestra agradecimiento por todo aquello no material que posees y que contribuye a hacerte feliz. ¿Cómo te sentirías si no lo tuvieras?

5. Mira a tu alrededor. Hay veces en que compararse no siempre es el mejor ejercicio. Pero en circunstancias en las que hay tanto desempleo y carencias económicas, haz un recuento de todo aquello material con lo que cuentas y que ya otros anhelarían tener.

6. No exageres. Tampoco se trata de que te prives de darte el gusto de comprar algún detalle de vez en cuando siempre que cuentes con el dinero para hacerlo, sino de gastarlo de manera más comedida.