Diferencia de edades no ha sido problema para Rosin y Manuel
Rosin es dulce, serena, elegante y de gran fortaleza interior; don Manuel tiene una mente clara y ágil.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Durante toda la entrevista, ella acariciaba suave y tiernamente la mano del hombre con el que ha estado casada por casi 40 años.
Por momentos, Rosa “Rosin” Vázquez y Manuel Sepúlveda parecen dos adolescentes enamorados. La compenetración de esta pareja es evidente. Risas compartidas, frases que ella empieza y él termina –o viceversa– y la costumbre de referirse entre ellos como “Ma” y “Pa”, son parte de su dinámica.
Rosin es dulce, serena, elegante y de gran fortaleza interior; don Manuel tiene una mente clara y ágil, un sentido del humor exquisito y una mirada noble y traviesa. Ella tiene 62 años y él 81. Sin embargo, la diferencia de 18 años de edad que existe entre ellos no les ha causado problemas.
Rosin, quien quedó huérfana de madre cuando todavía era una infante, opina que el vacío provocado por la ausencia de una figura materna fue llenado por el amor de su esposo. “A los dos años, yo quedé huérfana; mi papá nunca se casó. Fue bien difícil. Hasta cierto modo, me refugié en mi esposo por ese amor que no tuve de una madre”, destaca.
“Gracias a Dios nunca hemos tenido problemas por la diferencia de edades. Nunca. Yo siempre tuve bien claro que él era mayor que yo. Yo no podía pretender que él se mantuviera más joven que yo. La comunicación aquí siempre ha sido lo principal”, destaca Rosin. “Yo soy más calmada. Él siempre tuvo el espíritu más joven”, añade.
Se casaron cuando ella tenía 23 años y él 41. “Así como la canción... 40 y 20”, sostiene con simpatía don Manuel. ¿Alguna queja? “Ni una queja. Bueno, que me he puesto viejo. Por lo menos, ella me ayudó a llegar a viejo”, destaca.
“El médico me decía, ‘¿Qué tú le das a ese hombre que no se pone viejo?’ Pues, que lo cuido”, señala Rosin, quien en todo momento colma de atenciones y cuidados a don Manuel.
Ella es natural de Humacao y él de Hormigueros. “Somos de polos opuestos, de las dos esquinas de la Isla”, enfatiza ella.
Se conocieron en la fábrica RCA Borinquen, en Juncos, para la cual trabajaban ambos. “Nos conocimos en el trabajo en el 1968. él fue mi jefe. Aparentemente, le gustó ser mi jefe y de ahí surgió el romance”, recuerda ella.
“Yo la veía a ella en el trabajo. Me iba lejos para mirarla y decía: ‘Ésta puede ser una buena esposa’”, destaca don Manuel, quien tuvo un matrimonio anterior en el cual procreó a una niña.
“Tuvimos un tiempo saliendo y nos casamos”, recuerda Rosin. “Ella quería cuidarme”, indica él entre risas.
El matrimonio estableció su residencia en Valenciano Arriba, en Juncos, y tuvieron tres hijos: Karen, Karol y Omar. Rosin renunció al trabajo y se dedicó en cuerpo y alma al cuidado de su familia.
“Ella fue la que siempre estaba con ellos porque yo estaba siempre trabajando. Se preocupaba mucho por la educación. Ella, desde que empezaron en kínder, los llevó siempre a la escuela y los fue a buscar, hasta la universidad”, recuerda don Manuel. “A los cuatro nos cuida muy bien”, añade el feliz esposo, quien trabajó “por su cuenta” como perito electricista hasta que se retiró en el 2005.
Ella, por su parte, resalta que su marido no se perdió ni una graduación de los muchachos. “El amor que les hemos dado lo recibimos diariamente. Es recíproco. Tenemos que darle gracias todos los días a Dios por los maravillosos hijos que tenemos”, enfatiza la orgullosa madre.
Rosin describe a su esposo “como un ser maravilloso que me ha brindado mucha seguridad, que me ha amado y que me ama y que por encima de todo está la familia. Yo me he sentido protegida por él siempre”.
“Ella es muy amable conmigo, muy respetuosa. Si tiene una idea de hacer algo, me consulta”, destaca él. “Y lo cuido demasiado”, establece ella rápidamente.
“Aquí estamos, después de... ya van a ser 40 (años juntos). Tengo más achaques que un burro viejo. Dicen que son los años”, establece don Manuel con buen sentido del humor a pesar del cáncer que padece.
“Está operado del corazón, pues tenía las arterias tapadas. Luego de la cirugía, mejoró”, indica Rosin, quien también ha sufrido quebrantos de salud en el pasado, pues fue operada de un tumor en el estómago y es sobreviviente de cáncer del seno.
“Han surgido situaciones bien difíciles”, enfatiza Rosin. ¿Qué los ha mantenido fuertes? “Amarnos”, concluye.