A la hora de la intimidad, pocos recursos  llevan a un encuentro más enriquecedor que disfrutar de un masaje en manos de nuestra pareja. Una caricia por aquí, un apretoncito por allá, y la experiencia sexual puede tomar una dimensión totalmente distinta.

Sin embargo,  un masaje erótico no significa ir directamente a la zona genital. De hecho, cualquier parte del cuerpo puede ser erógena y un vehículo para experimentar un placer más intenso, según explica la sexóloga Gloria Mock.

“La intención es descubrir la sensualidad, y un masaje ayuda mucho a crear más ternura e  intimidad, ya que muchas veces se olvida que toda la piel es un órgano sexual y capaz de sentir placer”, indica la experta.
Un masaje, entonces, no es una carrera hacia el orgasmo, ni sólo una técnica para “calentar motores”.  Mock explica que, durante un masaje íntimo, “no se busca la excitación ni el orgasmo, sino aumentar la comunicación sexual con la pareja”.

Jugando con  los sentidos

El estímulo en cualquier parte del cuerpo puede despertar el deseo, pero la pareja debe saber qué le gusta a quién, y cómo... y la forma es, precisamente, explorando. “Una zona erógena puede ser hasta un codo, (pero) lo que es erógeno para uno no necesariamente lo es para otro”, señala el sexólogo Juan Carlos Malavé Rexach.
Recuerda, también, preguntarle a tu pareja qué le gusta: muchas personas padecen de cosquillas al mínimo roce y lo que se busca es crear un momento erótico, que puede destruirse si tocas en el lugar equivocado. “El masaje sensual (conlleva acariciar) todo el cuerpo [...] para ir descubriendo qué nos gusta, qué nos hace sentir bien”, indica Mock.

Dar un masaje toma tiempo, por lo que la sexóloga resalta que “no debes hacerlo a las 12 de la noche, cuando ya se está sumamente cansado, sino seleccionar tiempo para cultivar este tipo de intimidad, que es física combinada con emocional”, asegura, agregando que para crear el mood, “usa música suave y  desconecta el teléfono para no tener interrupciones”.

El objetivo de un masaje erótico es, según Rexach, llevar a la pareja a un estado de relajación tal que sus sentidos se pongan en sintonía para recibir otros estímulos. Sin embargo, el sexólogo es enfático al señalar que si nunca has dado un masaje, debes limitarte a las caricias o roces suaves, porque, sin querer, podrías causarle daño a tu pareja.

Algunas zonas erógenas

Cualquier parte del cuerpo puede causar placer, pero, aparte de los órganos genitales, hay ciertos puntos que pueden ser más sensibles al estímulo:

El espacio ubicado justo debajo del estómago y arriba del Monte de Venus

Detrás del muslo

Un poco más abajo de la axila, sin llegar a las costillas

Debajo de la nuca

Los lóbulos de las orejas

Fuente: Prof. Juan Carlos Malavé Rexach, y www.wikipedia.org

Consejos Para una experiencia placentera

1 Siempre ten comunicación con tu pareja. “Hay gente a la que no le gustan los masajes”, dice Rexach.

2 Usa aceites naturales. “Los olores como lavanda o rosa son buenos”, indica Rexach.  Para evitar desastres, “no uses baby oil o cremas mentoladas”, recomienda.

3  Busca artículos complementarios. “Hay artículos como rodillos que vienen en diferentes formas y son buenos para la espalda”.

4 Ve paso a paso.  “Realiza la relajación en los músculos gruesos primero, llegando simultáneamente a los más pequeños”.

5 Siempre trabaja en una superficie plana. “Usa una cama o camilla para que haya una relajación total. Si estás sentado, siempre va a haber tensión por debajo de la cintura”.

6 Activa todos tus sentidos. “Acompaña los masajes con aromaterapia, música, o sonidos de naturaleza, poesía, etc., para tener una relajación total”.

7  Observa los cambios. “Hay que saber cuándo uno deja la relajación como masaje y saber cuándo comienza la relación sexual [...] para concentrarse en el placer mutuo”.

Fuente: Prof. Juan Carlos Malavé Rexach