Intentará seducirte mostrándote crueles imágenes con el propósito de hacerte sentir mísero, atroz y monstruoso. No le creas. La imagen que ves reflejada en el espejo, no es la tuya; es otra, deforme, distorsionada y producida por un trastorno que el psiquiatra español Jesús de la Gándara ha denominado “síndrome del espejo”.

El psiquiatra, en su libro titulado con el mismo nombre del trastorno, El síndrome del espejo, plantea que dicho padecimiento consiste en la obsesión que presentan algunas personas de encontrarse defectos al mirarse al espejo ante una necesidad enfermiza de sentirse atractivas. Esta situación puede provocarles depresión y dificultades en sus relaciones sociales.

La doctora Angie González, psicóloga con especialidad en consejería, sostuvo que el autor “describe este síndrome en relación con el uso obsesivo de los espejos porque es en ellos en donde las personas tienen la posibilidad de observarse a sí mismas”.

“Los espejos son artículos que tenemos presentes en todas partes, en casi todas las habitaciones de la casa, en los baños, en vitrinas exteriores, en el auto y dentro de la cartera”, afirmó y agregó que este concepto no se limita solo al uso y efecto de los espejos, también a las pantallas de los celulares.

Esta presencia constante de los espejos nos obliga a ser conscientes de nuestra apariencia física en todo momento.

“Muchas personas tienen el hábito de estarse mirando constantemente en los espejos y pantallas para asegurarse de que su apariencia es adecuada. Esto no es negativo en sí mismo, por el contrario, es saludable que tengamos cuidado de nuestra imagen corporal, particularmente, en lo relativo a los aspectos de higiene y salud”, destacó.

La doctora señaló que, sin embargo, el problema surge cuando este comportamiento se torna obsesivo y está acompañado de malestar emocional por preocupaciones intensas respecto a la apariencia y se consume mucho tiempo, esfuerzo y recursos en los asuntos asociados a alcanzar eso que llamamos “belleza”.

“Aunque no podemos hablar de que la belleza es adictiva, sí podemos decir que algunas personas pueden llegar a obsesionarse con la belleza de tal manera que puede constituir un problema psicológico grave”, advirtió.

“Las personas que padecen malestar emocional por preocupaciones obsesivas con respecto a su apariencia física deben entender que esta condición es tratable”, aseguró la experta, quien agregó que con atención psicológica, la persona puede reducir sus niveles de obsesión, depresión, ansiedad y los otros síntomas que la aflijan.

“La realidad es que la belleza exterior es pasajera, no dura para toda la vida” y “los atributos verdaderamente valiosos se encuentran en el carácter, la simpatía, el respeto, la generosidad, la actitud servicial, la fidelidad, la consideración y la paciencia, entre otros muchos”, expuso la experta, quien concluyó que dichas características son las que hacen a una persona realmente bella.

Belleza creada

La doctora González opinó que nuestros cánones de belleza están establecidos, principalmente, por las industrias del espectáculo, la cosmetología y la moda, entre otras. “Debemos esforzarnos por separar la fantasía de la realidad. Piense cómo debe verse su artista favorito cuando está acabado de levantar. Haga un esfuerzo por tener una visión más realista de sí mismo y reconozca que la fantasía y la publicidad tienen el propósito de moverlo hacia el consumo desmedido de productos (cosméticos, ropa, accesorios de moda, productos para dietas y ejercicios y cirugías estéticas). No caiga en esa trampa”, enfatizó la experta.

Por otro lado, la profesional destacó que los estándares de belleza a los que estamos expuestos son “irreales”. 

“Es importante notar que una buena parte de la belleza que vemos en los famosos es creada de manera artificial. Los efectos que se logran con el maquillaje, las cirugías estéticas, la iluminación o los retoques en las imágenes de fotografía y vídeos nos crean una idea de perfección que no es real”, expuso.

Una hermosa trampa

La doctora Angie González, psicóloga con especialidad en consejería expuso que la belleza siempre ha sido un símbolo de superioridad y que es deseada porque produce un efecto placentero en las personas. 

“En los procesos de la actividad neurológica encontramos que la exposición a imágenes que contienen un alto grado de estética activan zonas del cerebro que están asociadas a las experiencias de placer”, aseguró la experta. “Esto hace que los seres humanos procuremos exponernos a aquellas cosas o personas que consideramos atractivas porque nos producen una sensación placentera”, añadió.

Causas:

La mayoría de sus  pacientes  sufrieron burlas y señalamientos respecto a su cuerpo  en la adolescencia, etapa en la que la personalidad del ser humano todavía se encuentra en formación. 

Otra de las causas son las continuas imágenes mostradas por los medios informativos y la publicidad que acentúan la idea de que la “perfección” del cuerpo es una meta que se debe alcanzar a toda costa para ser alguien en la vida y alcanzar la felicidad. Así, quienes observan estos mensajes se sienten obligados a compararse y cumplir con los rígidos estereotipos de belleza que se le proponen para ser aceptados.

Otros factores pueden ser la mala comunicación familiar, el inadecuado manejo de las emociones y un pobre desarrollo de la autoestima.

Efectos: 

Estas personas suelen ser perfeccionistas, tímidas, ansiosas y muy sensibles al rechazo.

La mayoría de ellas sufre depresión, que generalmente se manifiesta con un  intenso sentimiento de angustia e inferioridad. 

En casos severos, se presentan condiciones como bulimia, anorexia, problemas en las relaciones, en la sexualidad y en el desempeño laboral o escolar. Pudiera ser necesario incluir tratamiento psiquiátrico.

El temor de no verse atractivos puede provocar  conductas  como  evitar  salir a la calle y  no tener encuentros sociales para  ocultar aquellas partes del cuerpo que generan vergüenza. 

No es raro que el paciente invierta una cantidad significativa de dinero en visitas frecuentes al dermatólogo, al cirujano plástico, en cosméticos, dietas, ejercicios, ropa y accesorios de moda. Por lo tanto, sus finanzas se pueden ver afectadas.

Sienten mucho malestar ante la idea del envejecimiento y se involucran en realizar grandes esfuerzos por retardar la llegada de los signos físicos de la vejez. 

La depresión de estos pacientes puede alcanzar niveles tan serios que pueden llegar al suicidio, particularmente, en edades de la adolescencia y el  envejecimiento.