El curso de la vida nos enseña que nuestros padres y madres están ahí para guiarnos durante los primeros años de vida. Pero luego, con el paso del tiempo, son ellos los que demandan ciertas atenciones como resultado de diversas condiciones de salud que comienzan a interferir en su bienestar.

La labor de cuidarlos cuando no pueden valerse por sí solos no siempre resulta una gestión sencilla. Pero para todo hijo responsable y amoroso, encontrar el modo de brindar a sus progenitores la asistencia necesaria se convierte en un asunto prioritario.

“Hay dos etapas de la vida donde se requiere de una mayor asistencia: la infancia y la vejez”, menciona la psicóloga licenciada Noemí Bernier Domínguez, del Centro de Crecimiento Individual y Familiar. “El cuidado en ambas etapas pudiera categorizarse como completo y de mucha demanda de tiempo”. Lo cierto es que “el mejor aliado para ofrecer protección al hombre en estas edades es la familia”, indica.

La psicóloga añade que en la actualidad son más las personas de edad avanzada que necesitan un cuidador o asistencia a diario, lo que lleva a muchos hijos y demás familiares a asumir esta gran responsabilidad. “Esta función trae consigo una gran demanda de tiempo, recursos y comprensión”, observa Bernier Domínguez.

Precisamente, debido a las grandes tareas que conlleva esta decisión, “puede resultar incómoda, difícil y agotadora”. Sin embargo, la psicóloga invita a que recordemos “cuánto sacrificio y cuidado realizaron estas personas para dar lo mejor de sí en sus inicios, cuando trabajaron fuertemente para sacar a su familia adelante”.

Comunicación antes de todo

Es una posibilidad que la relación de pareja y/o familiares pudiera afectarse “si no logran tener una armonía emocional adecuada” para saber manejar las necesidades para asistir a la persona de edad avanzada.

La psicóloga también aclara que “los niños y jóvenes pueden verse afectados dentro de este núcleo familiar reflejando rebeldía, cambio de temperamento, faltas de respetos y falta de comprensión”.

Por lo tanto, con miras a evitar los conflictos que pudieran resultar de la responsabilidad de cuidarlos, la pareja y/o la familia “deben conversar, compartir y validar los sentimientos sobre el cuido prolongado del ser querido”. No lograr este acuerdo desde un inicio del proceso puede exponer a la falta de comunicación, apoyo, comprensión y de tiempo para compartir en pareja, además de generar mayor estrés debido al aumento de responsabilidades.

¿Llevarlo al asilo?

En ocasiones, es el doctor quien puede recomendar al familiar custodio la reclusión del enfermo en un asilo o centro de cuido por la alta demanda de atención requerida por el paciente. Esto puede llevar a sentimientos de culpabilidad de parte del hijo, por pensar que está abandonando a su papá o mamá.

“Este tipo de alternativa es una opción que por una condición física de salud, no es posible cuidarlo personalmente”, especifica Bernier Domínguez. Ahora bien, siempre que ese amor de hijo se refleje frecuentemente “estando pendiente del ser querido, podrás sentir la tranquilidad de estar dando tu mejor esfuerzo, y se elimina cualquier sentimiento de culpa”, añade. “Las personas de edad avanzada necesitan tiempo, atención, comprensión, seguridad y ser tratado como un ser humano”.

A su vez, aclara la diferencia de cuando el cuidador utiliza la opción de reclusión del enfermo para evadir la responsabilidad de cuidarlo, y de no programarle un itinerario de visitas para que esa persona sienta apoyo y comprensión.

La psicóloga explica que la persona de edad avanzada que depende de otra “pasa por una etapa de transición donde está perdiendo fuerza, independencia, congruencia”, por lo que “necesita el apoyo de sus seres queridos con mucha frecuencia”. De ahí que invite a reflexionar que “es por eso que debemos ser conscientes de cumplir con nuestras responsabilidades visitándolos, llevándolos a pasear (siempre que su situación de salud lo permita), realizar actividades, envolverlo en proyectos de la comunidad o iglesia, etc.”.

Además, “el hacer sentir bien, útil y promover que participen en diferentes actividades como parte de la familia, disminuyen cualquier tipo de cargo de conciencia o remordimiento de no hacer lo que correspondía como hijos o familia” explica la psicóloga. “La vejez no es un fenómeno biológico, sino considerablemente psicológico, es decir, no es lo que se ve sino lo que hacemos para hacer sentir bien lo que hace la diferencia”.

Para concluir, Bernier Domínguez puntualiza que la decisión de cuidar a los padres “es muy compleja, por lo que nada debe realizarse a la ligera ni forzado”. Durante el proceso, es fundamental seguir las recomendaciones mencionadas y, de ser necesario, buscar ayuda profesional que pueda guiarlos durante el proceso.